Alicante
Publicada

Los coches eléctricos están comiendo terreno a los vehículos de combustión poco a poco, pero sin freno. En la primera mitad del año ya se han vendido más electrificados que en todo 2024. Este aumento ha adelantado a los propios mecánicos.

La falta de especialización en estos vehículos hace que apenas haya talleres especializados en la provincia y que las reparaciones sean lentas y muy caras.

José Antonio Vicente Molina es mecánico desde hace 20 años y, desde hace tres, es especialista en estos vehículos, siendo uno de los pocos expertos en Alicante.

Reconoce que el sector está anclado en el pasado y que "a día de hoy no hay talleres que reparen vehículos eléctricos en España".

"Los mecánicos no especializados simplemente toman datos, los envían a fábrica y la marca decide qué cambiar. Esto hace que las reparaciones, salvo en garantía, sean muy caras", revela.

Lo que hacen los fabricantes es sustituir la pieza completa en lugar de abrir y reparar el fallo "porque no les sale rentable pagar horas de taller", apunta Molina.

Cuando habla de reparaciones caras lo hace con razón. En los peores casos, "la alternativa del cliente es pagar cinco, seis o siete mil euros o tirar el vehículo. En algunos casos cuesta más que el propio coche".

Formación

Molina trabaja reparando estos vehículos gratis en el Centro de Formación Profesional La Torreta de Elche para crear a los expertos del futuro.

"No somos un taller al uso; usamos vehículos para que los alumnos aprendan en Grado Medio y Superior. La mejor práctica es hacerla con coches reales", asegura.

Por su parte, Juan Carlos Brotons, delegado en Alicante de la Asociación de Usuarios de Vehículos Eléctricos (AUVE), destaca que "la formación permite que los alumnos sepan manipular estos vehículos de forma segura, generando los talleres del futuro".

Ambos reconocen que los mecánicos tradicionales sienten respeto cuando ven un coche eléctrico. "Falta información, porque no saben cómo actuar en una avería. Abren y ven cables naranjas y no quieren tocarlos", apunta Brotons.

A pesar de que, a priori, parecería un trabajo más sencillo y rápido —pues tiene un 90 % menos de piezas y ni siquiera hay que mancharse las manos—, requiere grandes medidas de seguridad.

No hay grasa ni aceite, pero hay voltios, por lo que hay que tener mucha precaución con las baterías para no electrocutarse, ya que, aunque afirman que es muy complicado, el riesgo está ahí.

Pero todos estos problemas son la peor y más pequeña parte de la realidad que rodea a estas máquinas, pues los expertos destacan que son mucho menos propensos a pasar por el taller que sus hermanos de gasolina.

El mecánico argumenta que "el motor de combustión tiene cientos de piezas móviles que generan desgaste y posibles averías, además de sistemas anticontaminación. En estos no hay nada de eso".

Las averías más comunes ocurren "entre los 150.000 y 300.000 kilómetros, y suelen ser de rodamientos, que cuestan solo 200 euros", concluye.