Alicante

La provincia de Alicante y su capital siempre han sido un territorio fértil para Ciudadanos. En las primeras municipales en las que se presentaron (2015) sacó en el Ayuntamiento su mejor resultado en toda España, y parecía que iba a asumir con fuerza su papel de alternativa al PP en el eje del centroderecha.

La ciudad de Alicante, de hecho, tenía todos los elementos propicios para su crecimiento: un consistorio castigado por los escándalos de corrupción en un territorio casi hegemónico para los populares, donde habían gobernado de forma ininterrumpida durante dos décadas; una ciudadanía cansada del bipartidismo, como demuestra también el auge por la izquierda de una plataforma como Guanyar, que a punto estuvo de hacer sorpasso al PSOE; y los últimos coletazos de una crisis económica y de gestión que habían dejado al segundo Ayuntamiento de la Comunidad Valenciana endeudado e intervenido. 

Lejos de aprovechar ese capital, su propuesta ha ido reposicionándose más como compañero de viaje del PP que como sustituto. Y lo que es más: su escasa implantación orgánica ha convertido a sus cargos institucionales en versos sueltos que en esta legislatura han acabado (o están a punto de acabar) abandonando el partido liberal, algunos dinamitando el discurso de la cúpula autonómica con acusaciones de haberse convertido en una muleta "de la izquierda y la extrema izquierda", en referencia a Ximo Puig y sus socios del Botánico.

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Los episodios más recientes han sido en las instituciones provinciales, con la salida de Juan Córdoba de la Diputación de Valencia. Pero sobre todo en la de Alicante, donde su vicepresidenta, Julia Parra, y el diputado de Infraestructuras, Javier Gutiérrez, han preferido pasarse al grupo de No Adscritos que seguir lidiando con la cúpula autonómica a apenas dos meses de las elecciones municipales.

Ambos políticos son, junto a la vicealcaldesa de Alicante, Mari Carmen Sánchez, los cargos institucionales más importantes que tenía hasta ahora el partido naranja en la Comunidad Valenciana. Y los tres están fuera de Cs, los dos primeros tras abandonar voluntariamente el partido y la tercera con un pie y medio fuera.

Julia Parra y Carlos Mazón, en una visita reciente al Marq.

La marcha de Parra, además, ha sido sangrante. La vicepresidenta reveló que el pasado miércoles tuvo una reunión con Carlos Pérez-Nievas, coordinador nacional del partido y Mamen Peris, coordinadora de Acción Electoral y síndica en las Cortes Valencianas, que no se resolvió en términos precisamente amistosos. "Los dos recaderos de Ximo Puig solo vinieron a amenazarme y a darme un ultimátum" y "no vinieron a dialogar ni a escuchar" ni tampoco "a hablar de la gestión y de los intereses de los ciudadanos y de los ayuntamientos de esta provincia" pese a que Parra trató de "hablarles de la realidad y de lo que necesitan los ciudadanos de a pie y los municipios". 

Parra insistió en que en el encuentro "constaté que no tenía ante mí a dos interlocutores de Cs, sino a dos emisarios de Ximo Puig, Compromís y Podemos -la izquierda radical-, con quienes se han aliado a la desesperada para, a toda prisa, intentar romper instituciones ejemplares como la Diputación de Alicante, donde se ha gobernado bien" en alianza con el PP.

Daño por la derecha

Porque al final, e independientemente su cercanía innata al PP, electoralmente Cs siempre ha crecido más por la derecha que por la izquierda, como demuestra el descalabro en las encuestas que se acentuó con la fallida moción de censura en la Región de Murcia. Y en esa coyuntura se ha manejado siempre también el presidente de la Diputación de Alicante y del PP en la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, quien siempre ha mostrado "la mano tendida" a cargos del partido liberal. 

Esta OPA se dejó ver con claridad con el fichaje de la que fuera síndica de Ciudadanos en las Cortes durante la mayor parte de esta legislatura, la economista Ruth Merino, un anuncio que el propio líder de los populares hizo a bombo y platillo en Valencia. Pero también ha tenido episodios en otros municipios importantes como San Vicente del Raspeig (60.000 habitantes), donde los populares han colocado al exlíder de Cs, Pachi Pascual, como candidato. 

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De hecho, la renuncia de Parra tiene una vertiente municipal muy evidente: en Sant Joan d'Alacant, donde su marido, Santiago Román, es el alcalde, la agrupación local de Ciudadanos ya abogó abiertamente por presentarse en coalición con el PP, algo que tuvo una dura respuesta desde la dirección autonómica.

¿Qué pasará ahora? De momento Mamen Peris ha remarcado que si el PP mantiene sus competencias a los dos diputados provinciales (algo que Mazón ya ha dicho que hará) el próximo lunes dará por rotos su pacto de Gobierno. En realidad llueve sobre mojado, porque la dirección de Ciudadanos ya aprobó de manera tácita una moción de censura contra los populares en Orihuela, al negarse a tomar medidas contra los concejales que la alentaron y pese a que en teoría actuaban por su cuenta. El punto de mira ahora podría estar en el Ayuntamiento de Alicante, pero existen serias dudas de que los cinco regidores sigan siendo leales a las siglas del partido.