Alicante

La historia de Kiko N. M. se convirtió en una espiral de sangre y violencia a finales de 2021. Primero fue puesto en busca y captura por un presunto asesinato machista el mismo día de Navidad, al aparecer su entonces pareja con un tiro en la cabeza. Y poco después protagonizó uno de los episodios más rocambolescos que se recuerdan en Elche, ciudad donde vivía: un tiroteo con la Policía en la que empuñaba dos armas de fuego, incluido un fusil Kalashnikov que nadie sabe de dónde había sacado. 

El primer crimen ocurrió el mismo 25 de diciembre. La Policía puso en busca y captura a Kiko, un chaval de 21 años, nada más encontrar a su pareja muerta en el barrio ilicitano de Los Palmerales. Apareció cinco días después, cuando en la madrugada se personó en un local de la calle Ausiàs March, un burdel regentado por su exsuegra. Allí buscaba a su excompañera sentimental y a la hija menor que tienen en común. Y la cosa acabó fatal. 

En su escrito de acusación, la Fiscalía relata que tanto su exsuegra como las trabajadoras del local, conscientes de que el individuo estaba siendo buscado por matar a su pareja de entonces, le negaron la entrada y llamaron a la Policía.

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Las mujeres se refugiaron entonces en un bajo contiguo, donde habitualmente residen, pero el acusado forzó la puerta y la cerradura y accedió al interior de la vivienda. Allí "se atrincheró y disparó presuntamente en diversas ocasiones con una pistola y un fusil automático a los policías que habían acudido a detenerlo y que, no obstante, resultaron ilesos", indica el Ministerio Público.

La noche tuvo un final feliz: finalmente, y tras negociar con los agentes, se entregó. Y ahora la Fiscalía reclama por estos hechos penas que suman 25 años y 6 meses de prisión para el acusado, por un delito de allanamiento, dos delitos de homicidio en grado de tentativa y un delito de tenencia ilícita de armas y depósito de armas de guerra.

Sin embargo, queda por resolver el misterio del arma. Los agentes no se explican cómo un joven de 21 años, que hasta entonces solo tenía antecedentes por delitos comunes, pudo acabar empuñando un Kalashnikov, también conocido como AK-47, y disparando contra varios policías. 

Según explicaron fuentes del cuerpo, "la notable potencia y también el contundente sonido de este fusil automático" sorprendió a los agentes que se enfrentaron al detenido, y su aparición en un entorno de delincuencia común preocupa a la Policía, que incluso abrió una investigación secreta sobre el origen de esta arma, "tan difícil de conseguir en el mercado negro".