Alicante

Comenzaba la tarde el diestro José Tomás en Alicante frente a un Juan Pedro Domecq castaño de nombre Violonchelo. Era el preludio al triunfo con tres orejas y el paseo a hombros por puerta grande del coso 44 días después de que lo hiciese Rufo, triunfador en San Juan. Tras las dudas del pasado 12 de junio en Jaén, el de Galapagar se mostró seguro y rotundo. Y fue premiado por ello.

Sin embargo, las dos orejas logradas por el diestro en su encerrona alicantina con cuatro toros tuvieron que esperar hasta el segundo de Juan Pedro, Azuzado, y al tercero de Del Río, pese a que uno en los primeros lances fue protestado por el público por su aparente falta de fuerza u otro apuntaba mansedumbre.

Verónicas, chicuelinas y remate en los medios. José Tomás lo brindó al público que abarrotaba la plaza. El morlaco levantaba la cara demasiado y al diestro le costó alargar la faena. Optó José Tomás entonces por series cortas para rematar con una lenta estocada trasera.

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Con el segundo de Domecq llegó el triunfo. Y no lo parecía pues Azuzado dobló las manos un par de veces ante el caballo del picador. La templanza y el toreo lento del de Galapagar se metieron al público en el bolsillo con muletazos largos y ritmo en la faena. El diestro parecía anclado al ruedo. Hondura y despaciosidad. Una decena de naturales en la misma serie le valieron finalmente la aclamación unánime del coso alicantino y las dos orejas de la tarde.

Depreciado, de Victoriano del Río, no apuntaba mejores maneras. Esta vez, por suelto y apariencia de manso en los dos primeros tercios. En una lucha desigual el diestro sacó todo lo que pudo de él, incluso una cogida con aparatosa voltereta cuando toreaba con la derecha. José Tomás se vio obligado a volver con la zurda pero no dejó de plantar cara al negro mulato de 528 kilos de peso. Entregado hasta con el estoque terminó la faena con oficio y recibió otra oreja como premio.

El diestro de Galapagar sale a hombros por la puerta grande. EFE

Cerraba la corrida un cuarto de Domingo Hernández, de nombre Extremeño. Y con él por fin el diestro pudo lucirse con el capote pese al desarme en el primer tercio. José Tomás, consciente de flaqueza de fuerzas de los tres anteriores sólo dejó que le dieran un puyazo en varas.

De más a menos el colorado quinegro, el de Galapagar le buscó por el lado derecho. Muy de cerca, con el trapo siempre en la cara, empezaron unas buenas series a la vista de lo que tenía enfrente. Con la zurda era casi imposible. La querencia a tablas era la tónica dominante. Necesitó entrar tres veces a matar para cerrar le faena. Aún así el público de Alicante le brindó una ovación por el empeño y la maestría.