Alicante

España ha dejado de pedir desde este lunes pruebas PCR negativas a los ciudadanos británicos desplazados desde Reino Unido por motivos no esenciales. La noticia ha supuesto una moderada inyección de optimismo en el sector, que ha visto cómo las compañías aéreas disparaban un 50% (de 62 a 97) sus vuelos previstos para esta semana a Alicante.

El problema está al otro lado de la frontera. El Ejecutivo de Boris Johnson mantiene a España en la zona ámbar de su lista de destinos, lo cual quiere decir que todos los británicos que vuelvan del país tendrán que pasar obligatoriamente por un periodo de diez días de cuarentena y dos pruebas. Esto, en la práctica, invalida los viajes turísticos hasta que haya un cambio definitivo en el estátus.

El semáforo de destinos del Gobierno de Reino Unido, que de momento solo tiene a Portugal, Israel y alguna excepción menor en su zona verde, tiene sus matices. Así, la Foreign Office, que viene a ser el departamento encargado de supervisar los viajes internacionales del país, tiene también recomendaciones, que pueden ir aparte de la lista de colores.

En el caso de España, la Foreign Office británica hace por ejemplo una excepción con las Islas Canarias, un destino que excluye de la recomendación general de "no viajar" que aplica al conjunto de España. Es decir, que sigue en la zona ámbar, pero no tiene la misma consideración.

Este régimen especial es lo que este lunes realmente buscó el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, en un encuentro con el embajador de Reino Unido en España, Hugh Elliott. El jefe del Consell destacó los bajos datos de incidencia de la región, uno de los menores de Europa, para pedir que se territorialice la decisión británica sobre la recomendación de viajar en sus próximas revisiones.

¿Qué posibilidades hay de que el mensaje de Puig cale? Pues atendiendo a los antecedentes, pocas. Los británicos siempre han tenido una consideración especial hacia las islas, tanto españolas como de otros destinos (por ejemplo Grecia), a la hora de tener en cuenta el peligro que entrañan los territorios desde el punto de vista sanitario. Pero hay pocos antecedentes con la Península.

De hecho, el ministro de Sanidad llegó a vincular la evolución en el semáforo al progreso de la vacunación, que en España aún está muy lejos de alcanzar los niveles de Israel (60%), país que sí está en verde. Los mensajes que se sucedieron la semana pasada en la prensa británica apuntan en esa dirección: en contra de lo que dijo la ministra Reyes Maroto, España tardará un poco más en volver a tener turismo británico.

El mejor indicador de cuándo podría suceder (o, mejor dicho, cuando es difícil que suceda antes), es Jet2, uno de los principales operadores británicos en España. La aerolínea ha suspendido todos sus vuelos hasta el 24 de junio, lo que da la medida de cuándo podrían revisrse de manera definitiva las previsiones para verano. Hasta entonces, toca esperar. 

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