Mariano Rajoy afronta una semana decisiva para salvar el debate de Presupuestos y dar oxígeno a una de las legislaturas menos productivas que se recuerdan, o disolver las Cortes sólo cinco meses después de su investidura. La coyuntura es tan complicada que nadie puede asegurar que España no se vea abocada a una tercera convocatoria electoral. El problema es que la gobernabilidad y la estabilidad parecen depender más de la generosidad de los partidos de la oposición, o de su miedo a ir a elecciones, que de la impericia demostrada por el presidente y su Gobierno para sacar al país del atolladero.

Los compromisos incluidos en el acuerdo entre PP y Ciudadanos hacían pensar que el multipartidismo podía ser un acicate para impulsar las reformas que necesita el país. Sin embargo, concluido en balde el plazo de tres meses previsto para poner en marcha la agenda reformista, el balance no es esperanzador.

Actividad deficiente

Rajoy no sólo no ha cumplido su parte del trato en materia de regeneración, sino que ha demostrado con creces su incapacidad para gobernar en minoría. Apenas ha aprobado una decena de reales decretos y la primera proposición de ley a la que se enfrenta es la de los Presupuestos Generales del Estado para 2017: una actividad parlamentaria deficiente si lo comparamos con el medio centenar de leyes que sacó adelante en los primeros meses de su mayoría absoluta.

En este sentido, la negociación de Fomento con los estibadores -que se retoma este martes- y el reciente viaje de la vicepresidenta a Canarias para intentar atar la votación de Presupuestos aparecen como dos desafíos cruciales para conocer el recorrido de la legislatura. Uno y otro asunto están políticamente relacionados.

Rajoy no hizo los deberes a tiempo y fracasó hace una semana cuando intentó aprobar el real decreto sobre la estiba. Este fracaso ha envalentonado a Podemos, que se dispone a agitar la calle y presentar una enmienda a la totalidad de los Presupuestos en busca de elecciones y de comprometer al PSOE. Su radicalización complica el proceso congresual socialista y obliga al ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, no sólo a lidiar con los señores de los muelles, sino con el tacticismo de Podemos y los problemas internos del PSOE.

Empotrado en el PSOE

El reto de Soraya Sáenz de Santamaría es aún más complicado. La vicepresidenta se acaba de entrevistar con el presidente insular, Fernando Clavijo, con la mirada puesta no ya en Coalición Canarias sino en el representante de Nueva Canarias, Pedro Quevedo, que está empotrado en el Grupo Parlamentario Socialista.

Rajoy cuenta con el coherente respaldo de Ciudadanos a las cuentas públicas y todo hace pensar que también tiene apalabrado el respaldo del PNV. Sin embargo, la aritmética parlamentaria deja en manos de Nueva Canarias la aprobación del Presupuesto, cuyo proyecto se tiene que registrar antes de que acabe el mes. Como sucedió durante las semanas previas a la investidura de Rajoy, la legislatura vuelve a estar en el alero.