Dice Jaume Roures que “arrastramos una mentalidad de la dictadura en la que parece que las cloacas son necesarias para que exista un Estado democrático”. El director y productor de Las Cloacas de Interior lo ha expresado en el estreno del documental. Investigaciones manipuladas, corrupción, seguimientos ilegales y maniobras que bailan en un limbo de alegalidad, así funciona la guerra sucia entre políticos y policías. 

En junio de 2016 se publicaron unas grabaciones del exministro Jorge Fernández Díaz hechas en su despacho mientras hablaba con Daniel de Alfonso, exdirector de la Oficina Antifraude de Cataluña. En aquel momento aparecieron las acusaciones de maniobras ilícitas al exministro y se puso en duda la actuación del Ministerio del Interior y de la policía en todos sus escalones.

Un año después se estrena Las Cloacas de Interior (Mediapro), un trabajo de investigación y análisis que sitúa bajo el foco de la opinión pública las dudas y testimonios que rodean al Ministerio de Interior. Una lupa que mira los casos que rechinaron a personas que no se atrevieron a hablar o a las que intentaron silenciar. 

Cuatro testimonios que nunca antes habían hablado, cuatro puntos de vista que coinciden: existe una trama interna que domina en la sombra. Marcelino Martín Blas, ex jefe de Asuntos Internos de la Policía, Jaime Barrado comisario de policía que sufrió cómo le apartaban para no molestar, José Oreja, sargento de la Guardia Civil y un alto funcionario de Ministerio del Interior que guarda el anonimato por miedo a que acaben con su puesto de trabajo. Con ellos y más aportaciones que nutren este documental se intenta encontrar un hilo conductor, exponiendo los hechos y enmarcándolos en su contexto. 

Las cloacas están repletas 

El entramado del documental gira alrededor de una idea, saber si el Ministerio del Interior se encarga de mover hilos para conseguir sus objetivos políticos y empresariales. Se pone el acento en el caso del exalcalde de Barcelona Xabier Trías, del que se dijo que tenía una cuenta en Suiza con doce millones de euros, información falsa con la que se inicia “el destape” en el documental.

Xavier Trías fue acusado de tener una cuenta en Suiza

Hay un nombre que se repite durante los ochenta minutos de largometraje, el comisario Villarejo, al que se le sitúa como parte central de “la mafia policial” que viene arrastrando el germen que se sembró en la época de los GAL con el caso Veritas.  Jaime Barrado, movido por “la repugnancia de lo que ha visto en los últimos años”, accede a dar la cara y hablar sin miedo “de un grupo de policías que se dedicaba a proteger a los malos en contra de las víctimas de los delitos” y apunta a un culpable, Villarejo. Habla sin tapujos sobre la corrupción del cuerpo policial y afirma que está “convencido de que hay muchos policías superiores que han sido decentes pero no han sido capaces porque el sistema esta tan corrupto que expulsa a los decentes”.

Barrado afirma cómo se le intentó callar, cómo sus superiores le quitaban de en medio cuando empezaba a ser molesto y se veía cosas que no debía. Una espiral de silencio que le llevó al suspenso de empleo y sueldo, y antes, al cambio de comisarias primero a Chamartín y después a Carabanchel, por miedo de los superiores a lo que se pudiera descubrir. Él mismo lo sabe “las personas que han intentado investigar sobre Villarejo han acabado trasladados o suspendidos”, en su caso ambas cosas. 

Entramado político-policial 

Los testimonios de los hermanos Cierco, propietarios de Banca Privada de Andorra, y de Martín Bas, revelan la existencia de ciertas maniobras ilegales para conseguir las cuentas opacas de la familia Pujol. Jaume Bartumeu, ex jefe del gobierno de Andorra y ex abogado de los hermanos Cierco afirma que hubo coacciones y actuaciones irregulares por parte de la policía española “mediante el procedimiento informático del vaciado de archivos, se llevan todos los archivos de las cuentas de los clientes de Banca Privada de Andorra”.

Jaime Barrado ha sido relegado de sus funciones como policía.

En Las Cloacas de Interior se dibuja una estructura con tres patas, según el funcionario que mantiene su anonimato, “la denominada Oficina Siniestra, que elabora los informes contra los adversarios políticos y policías que se publican en los medios, el comisario Villarejo y la Brigada política que consta de una serie de mandos policiales de la confianza del ministro”.