Se cumplen cuatro meses de la fatídica tragedia del pasado 29 de octubre, y aunque el tiempo avanza -lentamente para ellos-, los municipios de la zona afectada parecen sacados de una escena de película bélica. Hasta allí se ha trasladado EL ESPAÑOL.
"Falta mucho por hacer". Es el sentimiento general que se escucha entre los vecinos de Alfafar. Muchos bajos siguen destrozados, sin puerta, y hasta se observa la marca que dejó el agua de la riada. Sus dueños seguramente no vuelvan a abrir el negocio.
Precisamente, uno de ellos es un bar que tenía dos accesos. La inundación reventó las dos puertas y allí ya no queda absolutamente nada. Ahora sirve de pasadizo y de atajo a los vecinos.
Alrededor de la zona apenas hay establecimientos abiertos; solo una panadería y una farmacia. Pero cerca se encuentra el bar de Emma Stepanyan que, después de cuatro meses, por fin abre la persiana.
Emma emigró de Armenia hace casi una década en busca de una vida mejor y desde entonces regenta la histórica Tasca Otonel de Alfafar. Quedó completamente arrasada por las inundaciones.
Vista exterior de la Tasca Otonel, propiedad de Emma Stepanyan, en Alfafar. Raquel Granell
"Han sido cuatro meses de horror", define la propietaria, que ha vivido una odisea desde que la riada destrozó su local. "Nos ha costado cuatro meses reabrirlo", confiesa, conmocionada.
La tarde del 29 de octubre Emma se encontraba en casa con su familia. Por suerte, los martes es uno de sus días libres. "Nos libramos de estar aquí, pero al día siguiente nos encontramos con la tragedia. Todo estaba destrozado", recuerda.
"El agua llegó hasta la cafetera, y no quedó ni un solo tenedor en pie", precisa. Desde entonces, volver a ver la Tasca tal y como estaba ha sido un calvario.