Juan Francisco Pérez Llorca dejó patente en su investidura que quiere ser por muchos años presidente de la Generalitat Valenciana. Dedicar sus primeras palabras a pedir perdón a las víctimas de la dana, algo que no había hecho en público Carlos Mazón, y desligarse de este último hasta el punto de ni siquiera nombrarlo, fueron gestos inequívocos de un liderazgo ambicioso.

¿Por qué pedir un perdón público ahora, después de 13 meses sin hacerlo, por los errores propios de la Generalitat? ¿Por qué silenciar al expresidente al que se ha dedicado a defender desde el 29 de octubre de 2024? ¿Era la única estrategia posible? Desde luego que no.

El mero cambio de president ya suponía la llegada de un hombre sin responsabilidad en la gestión de la tragedia y sin el inmenso desgaste de su antecesor. Pero Pérez Llorca quiso debutar con un atributo más. El nuevo inquilino del Palau de la Generalitat asume una culpa mayor que su antecesor, del que se desmarca.

Lo evidenció el tibio saludo entre ambos tras la votación. No hubo abrazo entre los dos amigos que son. En la anterior investidura, Ximo Puig y Mazón se mostraron más afecto tras la votación.

La sorprendente estrategia dejó descolocada a la oposición, que acudía al pleno, precisamente, con el propósito de hacer de Mazón y Pérez Llorca una unidad indivisible. Iba a ser la "investidura fake" de "Juanfran-Mazón", según anunciaron José Muñoz (PSOE) y Joan Baldoví (Compromís), respectivamente.

El propio portavoz socialista, sin embargo, fue el primero en advertir que el apellido Mazón era la palabra tabú del discurso del president entrante. Lo pregonó a los cuatro vientos, feliz de su hallazgo. Pero era justo lo que pretendía el nuevo mandatario: marcar distancias.

Pérez Llorca, recién elegido en presencia de Mazón. Eduardo Manzana / EP

La izquierda se ha quedado sin Mazón, el centro de su diana, y tiene ahora por adversario a un hombre dispuesto a renegar de su antecesor para salvar el porvenir. Como hizo Alberto Fabra con Paco Camps. Como hizo -y hace- Felipe VI con Juan Carlos I.

Quienes se frotaban las manos en Les Corts fruncen ahora el ceño, en busca de una nueva estrategia efectiva para seguir minando al PP. Y donde sí ha gustado este marcado cambio de estrategia es en la calle Génova.

El discurso de Pérez Llorca, de quien recelaron hace solo unas semanas por haberles marcado el paso en el relevo de Mazón, dibujó sonrisas en los otrora rostros preocupados de la dirección nacional del PP. El nuevo presidente les escucha. Aborda con arrojo los cambios que se esperan en Madrid. Buena muestra de ello serán los inminentes relevos y fichajes que hará la semana que viene.

De cara a las elecciones de 2027, la opción de Juanfran ya contaba con un beneficio que ningún otro nombre podía ofrecer: el respaldo del PP valenciano, tal y como acaban de exhibir las direcciones provinciales de Valencia, Alicante y Castellón en el proceso sucesorio.

El otro gran argumento a su favor es la ausencia de liderazgos alternativos potentes. Solo hay uno claro, el de María José Catalá, que predica a los cuatro vientos su voluntad de continuar como alcaldesa de Valencia, al menos un segundo mandato.

Apostar por un perfil distinto a Pérez Llorca requerirá un doble reto: convencer al PPCV del cambio y encontrar una alternativa que mejore al nuevo president. Y este último es ahora un dirigente en auge que contará desde la semana que viene con el púlpito de la Generalitat para lograr la popularidad de la que carecía.

Marcar la agenda

En su puesta en escena ya ha conseguido marcar la agenda. La que iba a ser una investidura de entrega a los postulados de la extrema derecha, llegó finalmente sin más concesiones a Vox que las heredadas.

PSOE y Compromís se van a ver obligados a sobreactuar para vestir a Pérez Llorca un clon de Mazón plegado a Vox. De entrada, se caracterizó justo por lo contrario. "No vengo a confrontar, a la política del fango, del insulto, de la descalificación. No voy a entrar a nada de eso. Pero no solo hoy. No voy a entrar a nada de eso en todo lo que queda de legislatura", prometió.

Le falta, sin embargo, un aspecto esencial: triunfar en las encuestas que tanto mira Feijóo. Como informó este periódico, la dirección nacional del PP, que es quien elige a los candidatos autonómicos, solo le permitirá serlo si, llegado el momento de escoger al cabeza de cartel, aglutina un respaldo similar al que tuvo el PP antes de la dana.

El hito no es fácil, porque Vox le ha comido terreno al PP gracias a la desafección de la tragedia. Pero la derecha, según el grueso de las encuestas, sigue sumando, con el PP de primera fuerza. Incluso le daban las cifras sin la renuncia de Mazón.

¿Si Pérez Llorca mejora la expectativa de voto de su antecesor y PP y Vox suman, se arriesgará Feijóo a descabalgar a un recién investido presidente autonómico?

Todo puede pasar en política. La dana es el mejor ejemplo de que un gran contratiempo puede llevar de la cima al abismo a un líder que estaba en su mejor momento. Y el adversario también juega sus cartas. Hace semanas que algunos ya recorren con lupa Finestrat en busca de munición contra el nuevo president.

Pero, salvo accidentes políticos, si el contexto acompaña a Pérez Llorca y continúa por la atrevida senda trazada en su investidura, será el candidato del PP a las elecciones autonómicas de 2027, aunque Feijóo todavía no lo sepa.