Embadurnarse con crema solar puede parecer incómodo. Sobre todo en la playa, donde el cuerpo acaba convirtiéndose en algo similar a un pollo empanado. Parece ser el precio que hay que pagar para mantener la piel sana, aunque para la experta en cosmética natural Natalia Olmo existe otra solución.
Ella es de Valencia, una tierra que goza de cerca de 300 días de sol al año. Aun así, cree que hace falta tener más: "Uno de los errores fundamentales que cometemos es la forma en la que nos exponemos al sol".
Desde su propia empresa de cosmética natural, Maminat, Olmo defiende una perspectiva "un poco controvertida" sobre tomar el sol.
"Es común que, al llegar el verano, la gente se vaya a la playa y pase cinco o seis horas a pleno sol", relata Olmo. Esto, además, asegura que suele suceder "a las horas centrales del día". Así, explica que es esta "exposición brusca" la que provoca quemaduras.
Según ella, "el estilo de vida moderno nos mantiene refugiados en interiores y nos desconecta de una relación gradual con el sol". Como la piel no está acostumbrada a recibir esos rayos, reacciona y se quema.
Para explicar lo que se debería hacer a la hora de tomar el sol, Olmo lo asemeja a otra actividad: ir al gimnasio. "Cuando empiezas en el gimnasio no levantas una pesa de 50 kilos de golpe, vas poco a poco", explica. Y añade: "Con la piel se debe hacer lo mismo".
Pero la imprudencia de tomar el sol sin protección tiene una desventaja todavía mayor: "Las consecuencias salen muchos años después, incluyendo un posible cáncer de piel o manchas". "Que no veamos lo malo instantáneamente no quiere decir que no lo sea", resalta.
A pesar de los riesgos de una mala exposición al sol, Olmo enfatiza que "el sol es fuente de vida y de vitamina D". Así, explica cómo esta "se capta durante los primeros 30 minutos de exposición".
E insiste: "El sol no es dañino, el daño ocurre porque la persona no actúa como debería". Para mejorar la relación con este, Olmo propone un enfoque más consciente y gradual.
"Antiguamente, las personas salían por la mañana, y ese sol del amanecer era beneficioso", argumenta. Y lo avala con datos: "El sol de amanecer y atardecer es el mejor porque no daña la piel, ni siquiera la de los bebés".
Pero normalmente las personas no toman el sol en esas horas, sino durante el periodo más crítico: "Desde las 10 de la mañana y hasta las 18 horas o uno se pone protección solar o acaba mal". Incluso, resalta, si se toma el sol durante poco tiempo.
"Lo ideal sería dar vuelta y vuelta, tomar el sol cinco minutos boca arriba y cinco boca abajo", resume Olmo. Como asegura que esto "no ocurre", aconseja aplicarse protección solar.
El protector ideal
No todos los protectores solares son iguales, y en ocasiones incluso provocan confusión entre las personas. Olmo aclara las dudas sobre, por ejemplo, los factores de protección solar.
"El factor de protección no significa que proteja más o menos, ni que impida un bronceado saludable", resalta. Y añade: "Lo que permite es que no tengas que aplicar tantas veces esa protección".
Por ejemplo, una crema de factor 50 puede proteger durante cuatro horas, mientras que una con factor 15 de la misma marca, tan solo actúa durante 45 minutos.
Las cremas con protección baja, como se deben aplicar más veces, se acaban antes. Esto "puede ser interesante para las marcas" a nivel comercial, pero Olmo lo tiene claro: "Lo ideal es utilizar protecciones altas".
En el caso de esta experta en cosmética natural, en su empresa Maminat ha creado un protector solar factor 50. Además, este tiene filtro solar físico, es "biodegradable y sin nanopartículas". De hecho, se trata de "uno de los productos más vendidos" de la marca.