La Torre (Valencia)
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Núria Aracil se siente "viuda" a los 25 años. La dana le arrebató toda una vida junto a su novio, Rubén Lima. Él murió en un garaje de la pedanía de La Torre (Valencia) en la dana. Es una de las 229 víctimas mortales.

Un año después, Núria reconoce que ha sido un año muy duro. Ha precisado de ayuda psicológica y psiquiátrica para superar una pérdida "injusta". Pero para ella, Rubén sigue a su lado todos los días.

Porque para ella, la mejor muestra de amor a Rubén es conseguir aquello que le prometió que lograría: aprobar la oposición. Con su ayuda, lo hizo: "Lo sentí conmigo en el examen", asegura a EL ESPAÑOL.

Rubén Lima tenía 33 años, y era Policía Local en Valencia. Vivía en La Torre, y el garaje de su casa se convirtió en una trampa mortal para él y otras seis personas que bajaron a intentar salvar sus coches el día de la dana.

Núria y él llevaban saliendo seis años, y tenían planeada toda una vida juntos. De hecho, a Núria la atropellaron un par de años atrás y recibió una indemnización. "Guardaba el dinero para irse a vivir con Rubén", desvela su madre, Lourdes Boïgues.

"Tenía ganas de promocionar en el Cuerpo de Policía Local, de viajar, de casarse y tener hijos", recuerda Núria. El agua les arrebató los sueños.

"Para mí, el 29 de octubre fue un día normal, desgraciadamente", recuerda Núria, que pasó la jornada "estudiando tranquilamente" y pensando que su entorno "no corría ningún riesgo". "Al día siguiente me dijeron que no encontraban a Rubén y empezó nuestra pesadilla", añade.

El cuerpo de Rubén permaneció dos días en el garaje. Los bomberos estuvieron dos días achicando el agua y el lodo que anegó los dos sótanos. "Lo sacaron el día 31, y hasta el 2 de noviembre no fue el tanatorio", recuerda Núria.

Tras este calvario, trata de luchar a nivel profesional. Núria tuvo el primer examen de la oposición diez días antes de la dana. El 19 de octubre, viajó junto a sus padres a Madrid para realizar la prueba. A la vuelta, recuerda su madre cómo Rubén "estaba esperándola en la estación de tren con el coche".

"Fue a recogerla para ver qué tal le había ido el examen, pero nunca llegó a saber que Núria lo aprobó", lamenta la madre de la joven.

Al superar esta prueba, a Núria le quedaba otra importante por delante: un segundo examen donde se cantan los temas de manera oral. En enero, después de la dana. A pesar de la situación, de su duelo y de su dolor, la joven estudió para el examen y logró aprobarlo. Solo podía repetir una cosa a sus padres: "Sentía a Rubén conmigo mientras lo hacía".

Núria y Rubén, en una imagen de archivo. EE

Ahora, Núria vive en Madrid mientras estudia un curso en el Centro de Estudios Jurídicos. "Antes de empezar a trabajar tenemos que hacer un curso y unas prácticas en los juzgados", apunta. Precisamente, el vivir a 362 kilómetros de su ciudad le ha hecho abstraerse de lo ocurrido hace un año.

Hasta que se fue a la capital el pasado mes de septiembre, Núria había precisado de ayuda psicológica y psiquiátrica para superar lo que le ocurrió a su pareja. Al mismo tiempo, estudió día y noche para la oposición.

"En Madrid siento que vivo en una burbuja, es totalmente diferente a vivir en Valencia y me da mucho miedo volver", confiesa la joven.

Así, asegura que cuando se acerca a la ciudad todavía ve "restos de la dana": "Sé que lo voy a volver a pasar mal, como lo estaba pasando en mi casa antes de irme a Madrid".

La recuperación

Aunque Núria no estuvo directamente afectada por la dana (ella vive en Valencia ciudad), lo ocurrido no ha sido fácil de superar para ella. Por eso, un año después, cree que todavía "falta mucha ayuda psicológica gratuita".

Y también "menos guerra política". "Cuando pasó todo intenté alejarme de los medios de comunicación porque me ponía muy nerviosa", asegura. Sobre todo, cuando el tema tratado era "tirarse la culpa entre políticos".

Cree que durante la emergencia "la gestión fue terrible": "No hubo gestión de absolutamente nada". Para ella, "el gobierno autonómico tiene la culpa porque era su competencia". Aún así, recalca que "nadie lo hizo bien".

Precisamente para "dar visibilidad" sobre su situación y la del resto de afectados, tras la dana nacieron diversas asociaciones. Una de ellas es la Asociación Víctimas de la Dana, liderada por Mariló Gradolí.

A ella pertenece Lourdes, la madre de Núria. "La asociación ayuda a no caer en el olvido. Tenemos que recordar no solo a los que murieron, sino todo lo que pasó, circunstancias y causas", subraya.