Valencia
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Acabar "con el desorden que existe" en el centro de la ciudad a partir de elementos "diferentes estilos". Homogeneización es la palabra clave del catálogo de criterios para la instalación de elementos urbanos en Ciutat Vella, en el centro histórico de Valencia.

Este viernes, la Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de Valencia ha aprobado un manual que busca homogeneizar el mobiliario urbano en las calles del centro de la ciudad para acabar "con el desorden que existe" en ese entorno, con elementos "diferentes" y "con diferentes estilos".

Así lo ha indicado el edil portavoz del ejecutivo municipal, Juan Carlos Caballero, que ha resaltado que "el objetivo es poder homogeneizar y utilizar elementos sostenibles y que se complementen con el entorno, ya que en la actualidad muchos espacios del centro se habían convertido en una ensalada de cosas".

"El catálogo pretende mejorar en nuestras calles y plazas la habitabilidad", ha expuesto. Además, ha asegurado que es "un paso más en la dignificación de los espacios públicos" frente a "la ensalada de cosas" en la que, según ha dicho, el gobierno local anterior "convirtió las plazas de la ciudad".

Se trata, ha insistido, de "un manual de estilo" técnico para "devolver la coherencia" al espacio público del centro de Valencia. El documento establece los objetivos que deben compartir los elementos que con esas directrices se propongan.

Así, aboga por "unificar y clarificar el papel de estos elementos de mobiliario urbano dentro del tejido histórico" y por que "cumplan criterios de confort climático" y "continuidad vegetal para que contribuyan a generar espacios accesibles y habitables", ha añadido Caballero.

Por otro lado, ha asegurado que se pretende que el mobiliario "además de cumplir con la normativa pertinente, sea ordenado y forme parte de un todo en el que cada parte contribuya activamente a la orientación, el descanso y la seguridad de sus usuarios".

El actual ejecutivo local ha señalado que la capital valenciana ha construido su identidad urbana "a través de múltiples capas arquitectónicas que se han superpuesto con el paso del tiempo" y ha comentado que "el centro histórico, en particular, concentra una gran variedad de estilos, representados por sus monumentos, sus calles y sus plazas".

No obstante, ha destacado que "una de las capas que suele pasar desapercibida --por su tamaño o por su dispersión-- es la de los elementos urbanos de microarquitectura como pavimentos, bolardos, bancos, jardineras, papeleras y farolas". "Todos ellos forman un conjunto de objetos fundamentales que condicionan la experiencia del espacio público", ha agregado.

El gobierno ha considerado que un recorrido visual por el mobiliario urbano de Ciutat Vella "evidencia una alta diversidad de elementos que conviven sin una lógica común aparente".

El actual ejecutivo ha indicado que "esta superposición/dispersión de estilos --algunos neutros, otros más expresivos--, genera una imagen fragmentada del paisaje urbano, donde los objetos compiten entre sí y con el entorno patrimonial que los rodea".

"Esta variedad no responde a una lógica de adaptación al lugar, sino a una acumulación de decisiones puntuales, lo que subraya la necesidad de establecer criterios que devuelvan coherencia y legibilidad al espacio público del centro histórico de la ciudad", expone.

Ecologías urbanas

Asimismo, ha comentado que el mobiliario urbano carece de la posibilidad de reducir la temperatura. El manual resalta que "en un contexto marcado por superficies expuestas, déficit de sombra y ruptura de la matriz vegetal, los elementos urbanos adquieren un rol clave como catalizadores de nuevas ecologías en el espacio público".

De este modo, se apuesta por activar ecologías urbanas, que implica "superar una visión meramente funcional del mobiliario para reconocer su capacidad de incidir en la calidad ambiental, social y sensorial del entorno". Y se indica que bancos, jardineras, luminarias y pavimentos pueden integrarse con sistemas de drenaje, vegetación adaptada y dispositivos de sombra, configurando micro-hábitats que mejoran el confort térmico, retienen agua y fomentan la biodiversidad.

Por ello, se plantea "pensar los elementos urbanos no como objetos aislados, sino como infraestructuras vivas que operan en red, enriqueciendo la experiencia del espacio público y fortaleciendo su resiliencia climática".