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Lleva toda la vida trabajando en el campo, pero "ya no es como antes". Pascual Cabedo es un agricultor valenciano que actualmente percibe una falta de mano de obra en su sector: "El 90% de los contratos de cosecha son de inmigrantes".

Así, explica que sobre todo faltan trabajadores jóvenes. Desde su experiencia, cree que "no quieren ser agricultores porque falta rentabilidad y hay mucha inseguridad".

Cabedo lamenta que su oficio "no resulta atractivo", y por ello quienes se adentran en el mundo laboral deciden hacerlo a través de otras vías y trabajos más seguros.

Pero desde hace un año, este agricultor y empresario valenciano quiere "darle la vuelta a la tortilla". Con su proyecto Europa Agricult Product (EAP), lucha cada día para "garantizar a los agricultores una estabilidad de precios".

Según explica, parte de la incertidumbre del oficio viene dada por la rentabilidad económica de la cosecha de cada agricultor. "Muchas veces los precios que ofrecen las grandes superficies a los trabajadores del campo no son suficientes para cubrir los gastos", denuncia.

"Todos los productos de la plataforma EAP tienen detrás a un agricultor español que ha cobrado un precio justo por su género", explica Cabedo. Así, el trabajador "puede sacar a su familia adelante".

De esta forma, este agricultor valenciano quiere "potenciar el producto español": "Debe tener prioridad frente a otros países".

Con ello, explica que más jóvenes "se iniciarían en la agricultura". "Verían que pueden vivir de esto y les empezaría a gustar, es un oficio muy bonito", argumenta.

Cabedo trabaja desde hace 25 años como agricultor. "Tengo varias tierras y en su momento empezamos a producir cítricos, frutas de hueso, hortícolas y, posteriormente, en los últimos 10 años producimos muchas frutas tropicales", explica el empresario agrícola.

En este cuarto de siglo, el agricultor ha vivido la degradación del sector agrícola. A su juicio, son muchos los problemas estructurales que han dañado las condiciones laborales en el campo.

Y, en buena medida, entra en juego la competencia desleal al importar frescos procedentes de otros países de fuera la Unión Europea, cuyas producciones son más baratas y, por tanto, baja el precio de los productos españoles.

La diferencia es que en la Unión Europea se exigen unas condiciones fitosanitarias muy altas y, por ello, el coste de producción aumenta para los agricultores españoles.

La plataforma

En el último año, la EAP, con Pascual Cabedo a la cabeza, ha querido dar una vuelta de tuerca a la plataforma. Según cuenta su fundador, tiene cuatro pilares fundamentales.

"Garantizar a los agricultores un precio rentable, garantizar al consumidor que el origen del producto es español o europeo, garantizar la frescura, y garantizar una gestión muy eficiente para que los productos lleguen al consumidor final", apunta.

"En otras palabras, queremos poner a los agricultores en el lugar que les corresponde, que son la piedra angular del sistema. Queremos cuidarlos para que tengan y tengamos una rentabilidad continuada en el tiempo para poder subsistir", añade.

"Eso sí, siempre siendo justos y pidiendo compromiso a los agricultores. Por ejemplo, si el productor de sandías obtiene beneficio ganando 40 céntimos por kilo, tampoco podemos vender caro para que obtenga 60 céntimos, porque nadie compraría. Tiene que haber equilibrio en el sistema", apunta Pascual Cabedo.