Si para el común de los mortales el ritmo vertiginoso de la actualidad política genera a diario más de un quebradero de cabeza, imagínense lo que pasa por la mente de Arturo Pérez-Reverte, proclive al cabreo ya en circunstancias normales. El escritor nos tiene acostumbrados a quitarse todos los filtros en Twitter y cuidar, a base de perdigonazos de 280 caracteres, a una comuna de seguidores que crece cada día. 

De vez en cuando tira de la hemeroteca para demostrar que alguna de sus profecías se ha cumplido. Otras, como la que nos ocupa, podría sacarlas a colación dentro de otros 20 años para comprobar si tenía o no razón. En esta ocasión, Reverte habla de una hipotética reforma de la Constitución española. Esa de la que hablan los políticos de vez en cuando mientras nos recorre un escalofrío por la espalda. 

Con este panorama político, en el que el consenso brilla por su ausencia, nos cuesta imaginar que cualquier cambio en la Carta Magna sea fruto del interés general de los ciudadanos y no de un capricho de unos pocos que ocupan escaños. Don Arturo, en su advertencia, dice mucho en muy poco espacio en este sentido y alerta de lo que podría suceder.

El pronóstico de Reverte

Primero apunta que no se respeta la Constitución; después asegura que no hay talla política para llevar a cabo la reforma y para finalizar recuerda que "hay mentiras que crearon civilizaciones y verdades que las destruyeron siendo incapaces de construir nada en su lugar":

Como suele ocurrir cuando Reverte acuña alguna de sus ya famosas sentencias, los tuiteros que le siguen aplauden casi al unísono:

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