Una no sabría decir a ciencia cierta cómo podría reaccionar si algún día la Fiscalía me acusara de abusar sexualmente de una persona menor de edad, pero desde luego puedo avanzar que no aplicaría la misma táctica que el youtuber Dalas Review. Este joven canario de 25 años que ahora reside en Irlanda tendrá que sentarse este viernes en el banquillo de los acusados y, a juzgar por el vídeo que ha colgado en su canal de YouTube, acudirá a la sala de la Audiencia de Madrid como quien va a tomarse unas cañas.

El Confidencial publicaba la exclusiva del proceso judicial abierto contra el youtuber, cuyo mérito principal consiste, a primera vista, en cabrear por igual a toda España y conseguir tener mas de 8,4 millones de seguidores a pesar de su insufrible timbre de voz. Saltaba la noticia, le seguía el trending topic y el joven se relamía preparando su respuesta, en la que no hace otra cosa que emplear el humor para intentar minimizar algo tan grave como es que te acusen de ciberacoso sexual infantil y abuso de menores de 16 años.

Porque, seamos francos, la presunción de inocencia está ahí para todos y el youtuber podría salir libre de cargos; pero a uno no lo llevan todos los días delante de un juez por haberle hecho, presuntamente, tocamientos a una niña de 13 años en el parque del Retiro. Sin embargo, con sonrisa perpetua durante los casi 13 minutos que dura su alegato audiovisual, Dalas comienza el vídeo diciendo: "Estaréis contentos, ¿verdad? Obligarme a grabar un vídeo por la mañana...". Tampoco escatima en chascarrillos: "Sé que suena fuerte, pero más fuerte es Schwarzenegger" o "más grave es la última nota del piano". El rey del humor, vaya.

La mejor defensa es un buen ataque

Dalas procura defenderse asegurando que el caso que ha llamado la atención de la Fiscalía él ya lo había explicado en 2016 y señalando a su expareja Miare -que lo denunció por violencia de género- y a su madre de haber filtrado el escrito judicial a El Confidencial. Tampoco escatima piropos para la prensa a la vez que pelotea sin pudor a jueces y abogados:

Tampoco el periodista que se puso en contacto con él se libra de las chorradas que ha dicho el youtuber. Dalas, haciendo gala de una chulería grimosa, sostiene que quiso tenderle una trampa y por eso contestó a su correo electrónico de ese modo tan infantil y patético, emojis incluidos. Trece líneas de auténtica vergüenza ajena.

La guinda del pastel la pone al burlarse de lo que su exnovia y la madre de esta publicaron en sus cuentas de Twitter en relación a la noticia para conseguir, o al menos intentarlo, meterse a su público en el bolsillo y señalarles quién es el enemigo. Recordemos que su audiencia, como suele ocurrir en estos casos de youtubers que se hacen famosos por decir cuatro tonterías delante de una cámara, es mayoritariamente adolescente y, por lo tanto, con menos capacidad crítica y mucho más vulnerable. Con el peligro que todo ello conlleva.