Todos hemos ido a pedir algún favorcillo a un amigo abogado -tonterías, como el típico momento en el que sospechas que la policía está a punto de encontrar ese cadáver que tienes escondido por fascículos en el jardín-, momento en el que escurre el bulto respondiéndote "para eso necesitas un penalista, yo es que soy laborista". Y entonces piensas "¿qué diferencia hay? Yo solo quiero que vengas a mi juicio y te levantes aleatoriamente al grito de 'protesto, señoría'".

Pues si alguna vez te ha preguntado qué diferencia hay entre todos los tipos de derecho, resulta que la respuesta la has tenido delante todo este tiempo: tu madre.

Si es que al final las madres tienen la respuesta a todo.