A veces uno compra cosas y luego descubre que tiene usos que no esperaba, como esa bici estática que resulta que es un perchero fabuloso. Pero a veces ocurre lo contrario: compras algo con intención de darle un uso alternativo y resulta que acabas descubriendo que no era la tontería que pensabas. O directamente acabas por descubrir un nuevo mundo.

El mundo del cosplay -traducido al cristiano: disfrazarte de personajes de cómic, videojuegos o películas- Exactamente eso es lo que le pasó a Caz, un cosplayer que compró unos tapones anales para novatos para usarlos en un disfraz de Naruto. El resultado fue esta hilarante reseña en Amazon titulada "los compré para pero me cambiaron la vida".

Según explica, todo empezó cuando descubrió que en Anime Boston no admiten armas reales y los tapones anales se parecen bastante a una de las armas que usa el personaje.

"Por suerte, nadie pareció darse cuenta de que andaba por ahí con una docena de tapones anales atadas a mi pierna. Creo que quizá una chica que los quería sujetar mientras nos hacíamos una foto lo reconoció, pero no dijo nada", explica. "Acabé comprando algunas docenas más para mis eventos de rol en vivo, porque tienen muy buen equilibrio y suelen dar en el blanco. Son básicamente armas ninja de broma". Y ahí es donde la reseña da un giro de 180 grados.

"Vale, ahora a la reseña de verdad", arranca. "Cuando tienes una mochila llena de tapones anales empiezas a sentir curiosidad. Nunca he sido del tipo de meterse nada hasta que lo probé. Un día me puse uno ya sabes dónde para ver si era tanto como decían... ¡y me encantó! Mis orgasmos se intensificaron y parecen durar más. A mi novia también le encanta y los dos los usamos regularmente al hacer el amor. Definitivamente ha añadido ese picante que habíamos perdido en la cama".

Entre las ventajas, explica que son "sorprendentemente precisos al ser lanzados" y en las desventajas que "al ser negros son fáciles de perder al lanzarlos", además de que te romperán el cortacésped si lo pasas por encima". Además, "comprar tres docenas te dejarán sin un duro".

O quizá deberíamos hablar de un giro de 360º, porque al final acabaron donde debían haber empezado.