Si Sergio Ramos no existiese, tendríamos que inventarlo. No solo en un futbolista fantástico, con unos momentos de esos en los que se le va la pinza que le dan un toque de lo más pintoresco, sino que sus lapsus lingue son material de leyenda. Y no nos pongamos a hablar de los modelitos con los que se pasea por el mundo.

Y luego llega el tema de sus tatuajes, que el muchacho parece que esté planeando la fuga de una cárcel al estilo Prison Break. Y es que con tanto pintarrajeo uno solo puede parar a analizarlo como si fuesen los jeroglíficos de la pirámide de Keops. Lo bueno es que para hacerlo no necesitamos la piedra Rosetta, solo hace falta un poco de humor.

Y así, el Hematocrítico se ha lanzado a la aventura...