Charles Edward Anderson Berry, más conocido como Chuck Berry, habría cumplido este jueves 92 años. Pionero del rock and roll, está considerado como uno de los músicos más influyentes de la historia de la música junto a otros grandes como The Beatles, Elvis Presley, The Rolling Stones o Bob Dylan. 

Nacido en Saint Louise, Missouri, Estados Unidos, apareció muerto en su casa en marzo del año pasado. Tres años antes había recogido un Premio Polar, el Nobel de la música, por un inmenso legado que nos ha dejado en forma de canciones. Una de ellas, Johnny B. Goode, es un himno indiscutible. Sus inconfundibles primeros acordes, su riff de guitarra y su estribillo -ese mítico go, Johnny, go-, ocupan un lugar de honor en el imaginario colectivo y la cultura popular del siglo XX.

No en vano, como todo himno que se precie, lo difícil sería dar con una banda o un gran artista que no lo haya versionado. Apareció por primera vez en su tercer álbum de estudio, Chuck Berry is on top (1959), pero el 31 de marzo de 1958 se había publicado como sencillo bajo el sello Chess Records.

Sin embargo, no tenemos que fingir más. Todos sabemos que el verdadero autor del tema es Marty McFly, que tres años antes, en 1955, la había tocado en aquella mítica fiesta de fin de curso recreada en Regreso al Futuro:

Bromas aparte, el Johnny de la canción pasaría a ser el protagonista de otras canciones de Berry. Un personaje recurrente que adoptaba varias formas, como en Bye bye Johnny, Go, go, go, o Johnny B. Blues. Pero, lejos de lo que han creído muchos, Johnny existe y no, no es el propio músico norteamericano, sino otro músico. En concreto, un pianista. 

Johnnie Johnson, sé bueno

El pianista Johnnie Johnson aprendió solo a sacar melodías de las teclas. Después de combatir en la Segunda Guerra Mundial recorrió todos los garitos de Chicago y Saint Louise capitaneando un trío que alcanzó cierta popularidad. En la Nochevieja de 1952 tenían que dar un concierto importante y necesitaba suplir al saxofonista Alvin Bennett. 

El pianista Johnnie Johnson

Empezó a buscar y dio con un guitarrista que cantaba en solitario en algunos bares versionando a Nat King Cole y Muddy Waters, era Chuck Berry. Poco tiempo después, el sustituto acabaría liderando el grupo y conociendo a Waters, uno de sus ídolos, que le dijo que fuese a ver a los fundadores de la discográfica Chess Records. Dicho, hecho y contrato firmado. 

Chuck y Johnnie componían algunas de las primeras canciones de aquello que después se llamó rock and roll: Roll over Beethoven, Sweet little sixteen o Maybellene. Sin embargo, el pianista tenía algunos problemas con el alcohol y se le iba de las manos. Bebía demasiado y era Berry el que le decía, entre tema y tema, "Johnnie, be good" -Johnnie, sé bueno-, para que espaciase más los tragos. 

La cuestión racial no funcionaría

Esa frase que le repetía incansable a su colega Johnnie, se convirtió en el juego de palabras que bautizó al personaje de la mítica canción, un tema que habla del clásico sueño americano: chaval de pueblo que logra llegar a lo más alto. Precisamente, lo mismo que le había ocurrido al propio Berry, quien llegó a reconocer que tenía tintes autobiográficos. 

En un principio el Johnny de la canción era negro, el verso original aludía a "ese pequeño chico de color podía tocar", pero después pasaría a ser un "chico de pueblo". Berry eplicaría que lo cambió porque la cuestión racial "no hubiera podido funcionar en la radio". Otra curiosidad de la canción es que, a pesar de que Johnson era el que tocaba el piano en los temas, no lo hizo en este y fue Lafayette Leake. 

Quizás por eso Johnnie Johnson acabó denunciando a Chuck Berry. Bueno, en realidad fue porque su nombre no apareció en ninguna de las composiciones del músico de Missouri. Fue en el año 2000 cuando lo demandó para reclamar su parte, pero dos años más tarde los tribunales dijeron que era demasiado tarde. Tendría que haberle hecho caso antes a ese go, Johnny, go