Parece lejano el momento en el que las aguas dejen de estar revueltas en las redes sociales a cuenta del proceso soberanista de Cataluña, pero lo cierto es que nos está dejando momentos gloriosos. La calma tensa de la incertidumbre y los bandazos que se van dando en el Parlament fiándose a la improvisación tienen su reflejo en Twitter.

Hay ocasiones en las que nuestros propios fanatismos hacen que nos alejemos de la realidad y la visión del mundo se reduzca al reflejo de uno de esos espejos del Callejón del Gato de los que hablaba Valle-Inclán. Lo bueno de todo esto es que siempre llega alguien que pone un poco de cordura y, de paso, se lleva el aplauso de los que están observando desde fuera. 

Este es el papel que ha jugado este viernes la Fundación Internacional de Derechos Humanos cuando decidió responder a un tuit escrito por un independentista en el que afirmaba que en España se estaban cometiendo "crímenes contra la humanidad":

"Que España está cometiendo crímenes contra la humanidad en Cataluña está bien claro. Si tuviéramos un color de piel diferente, por ejemplo, haría tiempo que el mundo habría actuado. Pero total, no les debe importar que se quieran cargar una sociedad, una cultura y una historia milenarias", escribía Albert. 

La Fundación, que se define como "una organización no gubernamental, humanitaria, aconfesional e independiente, dedicada a la defensa, difusión y enseñanza de los Derechos Humanos", recogió el guante y le propinó un buen guantazo:

Sin embargo, Albert no se daba por enterado y quiso tener la última palabra para explicar a qué se refería:

"Presos políticos, juicios políticos, falta de separación de poderes, cargas policiales en plena democracia por querer votar... solo os faltan los muertos. Ah, no, que ya los han causado con los GAL, pero en este caso era contra el pueblo vasco. ¿Cuánto falta para que empiece con nosotros".

Lo cierto es que Albert no consiguió que la Fundación entrase más al trapo ni tampoco, al parecer, convenció con sus argumentos al resto de tuiteros que seguían el hilo: 

Quizás su espejo se ha pasado de convexo, o de cóncavo. Quién sabe.