Es hora de admitirlo, a veces los medios nos pasamos con lo del clickbait. Esos titulares que te enseñan la puntita para decirte que lo que pasó después te sorprenderá y que el quinto es maravilloso. Sí, lo confesamos, pero comprendedlo, un periodista tiene que comer (estamos intentando aprender a hacer la fotosíntesis, pero mira tú que no le acabamos de pillar el truco). Y si no entráis en las noticias y os quedáis con el tuit no podremos pagar la letra del Porsche.

Pero sí, a veces somos un poco vagos -por eso estudiamos Periodismo y no una carrera de verdad- y tiramos del "sorprendente truco", del "zasca", del "te dejará de piedra", de las numeraciones y al final nos habéis pillado. Lo sentimos.

Los tuiteros son los que más sufren las consecuencias del clickbait y, como os velocirraptores de Jurassic Park, han aprendido. Hoy han decidido disfrazarse de redactor del Huffington Post (guiño, guiño, compañeros) y mezclar esta práctica con hechos históricos.

Y, seamos sinceros, el resultado es bastante previsible. Descacharrante, pero previsible:

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