Los padres primerizos muchas veces no saben dónde se han metido. Un recién nacido puede ser como pasar varios días de fiesta, pero sin fiesta. Es como tener un pequeño despertador viviente que suena cada vez que tus párpados están en contacto durante más de 10 nanosegundos. Y pasadas unas horas, los efectos de la privación de sueño comienzan a notarse.

Y a veces uno al final ya ve al bebé en todos lados, casi como en la escena de Trainspotting. Por ejemplo, este padre que ha sido grabado en un hospital de Honolulú, en Hawai. El padre abraza a al bebé con amor. Bosteza con una cara de moribundo y vuelve su atención a su pecho. Pero entonces la madre, que es quien está grabando el momento, mueve la cámara... y presenciamos un giro de guión que no se ha visto desde Sospechosos habituales.

Solo con ver la cara del susodicho ya podemos ver que ha tenido unos días francamente complicados y que en su mente solo únicamente había almohadas y colchones. De hecho parece que ni siquiera tiene los ojos abiertos. De hecho, casi es posible que sus ojos ya sean solo un amalgama de legañas gigantes.

De hecho, es uno de esos vídeos tan brillantes que uno no puede evitar pensar que está ante un fake y que el padre ni tiene sueño ni tiene nada, solo ganas de llevarse un Oscar a casa. Sin embargo, cualquiera que haya tenido amigos con hijos sabe que conversar con ellos en determinados momentos es recibir conjuntos de palabras sin excesiva coherencia.

Visto lo visto, si fuéramos los directores de marketing de Red bull ya estaríamos intentando ponernos en contrato con el protagonista del vídeo para que sea la imagen de marca. Ni saltar de la estratosfera ni leches, aquí el reto es sobrevivir a ser padre.