No importa cuántas veces se repita, nunca serán suficientes: alcohol en sangre y coche son una terrible combinación que no solo pone en peligro a quien conduce borracho, también a todos los demás. Si bebes, no conduzcas. Punto.

Sin embargo hay muchas personas que ignoran este francamente buen consejo. Muchos, por suerte, llegan sanos y salvos a sus casas, cosa que otros no. Otros llegan con retraso tras tener un susto y hacer un poco el ridículo -otro de los resultados que suele tener el exceso de alcohol-.

Muchas son las leyendas urbanas que se han extendido sobre trucos para engañar los controles policiales en caso de estar a punto de ser cazado conduciendo bolinga, como por ejemplo meterse algo metálico en la boca -un conocido se quedó sin carnet tras llevarse una señal de tráfico en una rotonda y que la policía se lo encontrase con las llaves de su casa en la boca-. En este caso, al protagonista de esta historia alguien le habría dicho que sudar rebaja la tasa de alcohol en sangre.

Total, que tras tener un accidente, este buen señor decidió ponerse a hacer flexiones después de haberse comido bien unos bolardos y haber dejado el coche hecho un Cristo. Y claro, así no hace falta ser un CSI para darse cuenta de que la criatura iba cocida como un piojo.

El resultado de la prueba no fue, precisamente, un giro inesperado: triplicaba la tasa de alcohol en sangre permitida. Para rebajar eso hubiera necesitado, muchas, pero muchas flexiones. Una operación bikini que ni Son Goku.