El suroeste de Francia contará el año próximo con una pequeña localidad construida para dar residencia a personas enfermas de Alzheimer. Se trata de Dax, la aldea con la que un día soñó el fallecido ex ministro socialista Henri Emmanuelli y en la que vivirán 120 pacientes acompañados de un centenar de cuidadores y otros tantos voluntarios. 

Sus creadores, que comparten toda la información sobre la villa en su página web, pretenden que los residentes puedan hacer una vida más autónoma, pudiendo pasear por sus calles, realizar sus compras, ir al gimnasio o a la peluquería e incluso disfrutar en el bar y en una pequeña granja. 

No habrá batas blancas y los habitantes podrán vivir allí hasta que su situación requiera de una atención más exhaustiva debido al avance de su enfermedad. El objetivo, apuntan, es ofrecer una alternativa a las residencias y a la vida en la ciudad, que supone un importante riesgo para ellos, que se desorientan con mucha facilidad. 

El show de Truman

El proyecto se inspira en el que ya está funcionando de forma similar en la localidad holandesa de Weeps, pero con la peculiaridad de que en Francia se llevará a cabo un estudio comparativo entre los pacientes del pueblo y los que residen en instituciones tradicionales para "medir el impacto de los nuevos enfoques terapéuticos", explica uno de los responsables de Dax, el neurólogo Jean-François Dartigues, a Le Monde

Según el doctor "permitirles vivir en un pueblo casi normal ayuda a mantenerlos dentro de la participación social". "El cerebro es el órgano de las relaciones humanas por excelencia", apostilla el profesional del hospital universitario Pellegrin de Burdeos. En Dax se han invertido 28 millones de euros y su presupuesto anual ascenderá a 7 millones de euros. 

Medirán, entre otras cosas, si los pacientes necesitan en este entorno la misma cantidad de medicamentos que en otros centros. Los residentes pasearán libremente porque el pueblo está dotado de diversas medidas de seguridad, algo que han descrito algunos como un paralelismo con la película El show de Truman, tal y como recoge el Telegraph