Como si se tratara de la casa de Dorothy Gale despegando hacia Oz, la casita hinchable en la que jugaba un niño de 9 años salió volando el pasado sábado en la localidad de San Bernardino, en California, para acabar recorriendo la friolera de 400 metros hasta caer al suelo.

El hilarante suceso ocurría en torno a las tres de la tarde, según la información que recoge Los Angeles Times. El pequeño celebraba su cumpleaños en su casa del barrio de Adelanto y, de repente, el viento elevó la casa inflable y la transportó hasta una autopista cercana donde cayó encima de un vehículo.

El sargento Marc Bracco, de la oficina del Sheriff del Condado aseguró que "los vientos han sido fuertes en el desierto durante todo el fin de semana, pero esa zona, los vientos fueron probablemente un poco más rápidos", añadiendo que el pequeño "ha tenido mucha suerte".

La familia del niño había alquilado el hinchable para una fiesta familiar a la que acudían unos 30 invitados. El inflable estaba sujeto al suelo, según los padres, pero no está claro cómo emprendió el vuelo.

Lo milagroso del asunto es que ni el niño ni el conductor del vehículo contra el que impactó resultaron heridos, tan solo el pequeño tenía algunos rasguños. Asegura Bracco que la destreza al volante del hombre sirvió para esquivarlo en mitad de la autopista 395.

Este tipo de accidentes son más comunes de lo que podríamos pensar en Estados Unidos. De hecho, el año pasado, cinco niños de Carolina del Sur resultaban heridos después de que el viento hiciera volar una casita inflable en pleno Carnaval.

También en 2014 en Nueva York otros dos pequeños se precipitaron de la misma atracción a unos seis metros de altura. Uno de ellos, de cinco años, se golpeó la cabeza contra un coche y el otro, de seis, sufrió varias fracturas, pero ambos sobrevivieron.