Casi tres décadas después del colapso de su imperio de las drogas, Pablo Escobar se ha convertido en una de figuras de moda del momento, en gran medida gracias a Netflix y su serie Narcos que lo ha convertido en un icono de la cultura popular, a él y su "plata o plomo". El patrón fue abatido a tiros -o se suicidó, según algunas teorías- el 2 de diciembre de 1993 en Medellín, Colombia. Fue enterrado en el cementerio Jardins Montesacro, en Itagüí. Como no podía ser de otra forma, su tumba se ha convertido en una atracción turística.

En las últimas horas la tumba del rey de la droga ha vuelto a ser noticia después de que un turista británico decidiera homenajear la obra de Pablo Escobar esnifando cocaína sobre su tumba. Como estamos en 2018 y si no hay foto o vídeo no ha ocurrido, lo grabó y compartió con sus amigos. Y de ahí al resto del mundo hay dos clicks:

La cuestión es que no es la primera persona que lo hace, suponemos que tiene algo de retorcida lógica homenajear a Pablo Escobar así, y tampoco creemos que a Escobar le molestase siempre y cuando tuviera una comisión. Comisión o plomo.

Otros prefirieron ser más suaves, al menos de cara a las redes sociales, y limitarse al tabaco ¿o quizá era otra sustancia? Escobar solía consumir muchos porros, prefiriéndolos a la coca:

Curiosamente, Sebastian Escobar, el hijo del magnate, explicó que su padre, desde muy joven, le advirtió del peligro de las drogas. Con ocho años, puso todas las drogas disponibles sobre una mesa y le explicó todo sobre ellas, nombre, efectos... más tarde le llevaría también a las fábricas para que viera el proceso de fabricación.

 "El valiente es el que no las prueba", le dijo.