A veces encontrar tu habitación en el hotel no es fácil, especialmente si has consumido más alcohol de la cuenta. Sin embargo, quizá lo que le ocurrió a Pavel, un turista de 30 años que pasaba unos días en la estación de Cervinia, en los Alpes italianos y muy cerca de la frontera con Suiza, supera todos los récords.

Ante los problemas que presentaba encontrar la habitación de su refugio, Pavel decidió que debía seguir el camino por el que había venido, sin ser muy consciente de que este llevaba hasta las pistas (de hecho, no era consciente de esto ni de nada más).



Con calzado normal, subió por el camino nevado e incluso tomó uno de los últimos teleféricos. El frío es algo psicológico y él no estaba para fijarse en estos detalles. Es complicado saber exactamente la ruta que siguió, pero todo indica que siguió por un camino que tenía un desnivel de unos 400 metros y estaba completamente nevado, metiéndose por una pista reservada para la competición -de haber girado en dirección contraria hubiera entrado en nieve virgen y posiblemente se hubiera hundido-.

Un bar a 2.400 metros

Allí reconoció la forma de un edificio, que debía ser su refugio seguro. Sacó la llave de su habitación y no sin muchas dificultades logró acceder al interior, alrededor de las dos de la madrugada. Sació la comprensible sed que debía tener tras semejante escalada y se echó para tener un merecidísimo sueño.



Ocurre que el lugar en el que estaba no era su habitación, sino el restaurante Igloo que se encuentra en la estación, a unos 2.400 metros de altitud -según la información que recoge La Stampa- y allí fue donde lo encontraron dos de los empleados del local, durmiendo ricamente sobre los cojines de un banco a las 8,30 de la mañana.

El mismo medio ha informado de que Pavel tendrá que pagar una multa para cubrir los gastos del operativo de búsqueda que movilizó durante horas a los bomberos, con dos unidades de perros de rescate y el apoyo de aviones no tripulados, además de agentes forestales y policía.