Hubo una generación que crecimos rodando escaleras abajo y metiendo los dedos en el enchufe. Hoy crecen entre algodones y protegidos de todo lo que pueda parecer un juego peligroso, nada que pueda hacerles saborear un aperitivo de esa sucesión de golpe tras golpe que es la vida (hasta que acabas odiando a Flanders). Por eso, determinados juegos pueden hacer que a los padres más protectores se lleven las manos a la cabeza.

Por eso, ver a cuatro niños subirse a un molinillo y hacerlo girar con su peso, poniéndose boca abajo sin más sujeción que la fuerza de sus brazos y sin más protección que el grosor de sus cráneos puede espantar a esos padres que ponen tapas a los enchufes para que los críos no metan sus deditos.

Hay que decir que los chavales demuestran una enorme habilidad, coordinación psicomotriz y un gran trabajo en equipo para subirse y lograr hacer girar el invento. La escena tuvo lugar en un colegio de México, y en la grabación se puede escuchar como los chavales reciben instrucciones y ánimos por parte de un adulto.

Y sí, lograron bajarse sin tener heridos en el equipo, de nuevo demostrando una gran colaboración entre ellos:

Y por razones así, si un día España va a la guerra contra México en el futuro, tenemos todas las de perder.