Uno de los momentos más temidos en las oficinas es ese en el que alguien, unas semanas antes de Navidad grita “¡hay que organizar el amigo invisible!”. En ese momento, una parte de la oficina pone cara de urogallo disecado, mientras que la otra estalla en júbilo. Y al final, por una razón u otra, los gruñones acaban cediendo y acatan el juego.

Pero hay un momento todavía más temible, y ese es en el que averiguas quién te ha tocado. Con mucha suerte, será alguien que te cae bien, incluso de quien te alegras que te haya tocado. Otra opción es que te toque alguien a quien no tienes ni idea de qué diantres regalarle, ya sea porque es una persona aburrida o simplemente te importa un pimiento. Al final le acabas regalando unos calcetines o algo así, a veces recolocas el regalo que te hicieron a ti el año pasado y que ni sacaste de la caja. O puede ser peor,  puede que te caiga mal.

Si quieres trolear, la primera lección es envolver el regalo con purpurina. Con mucha purpurina. Así lograrás que necesite ducharse tres veces para dejar de parecer un chaleco reflectante.

Estos son algunos regalos que puedes hacer a tu enemigo invisible

Una batería de juguete para su hijo

¿Tu enemigo está todo el día hablando de lo listísimo que es su hijo? ¿Te recuerda cómo debes dejar que el tuyo encuentre aquello que le apasiona? Pues no lo dudes, esta batería de La Patrulla Canina dinamitará esa fabulosa relación paterno filial… 

Gorrito de cacas

Hay una persona odiosa en la oficina, que es esa que usa el retrete de la oficina y deja el baño radioactivo cual Chernóbil durante media hora. Tiene dos características: la primera es que nunca abre la ventana. La segunda es que siempre decide ir justo cuando tu vejiga comienza a enviar recuerdos de su existencia a tu cerebro. Todo el mundo sabe quién es, pero nunca se habla. Pues bien, este gorrito con cacas te puede servir para lanzarle una indirecta.

Relojes para impuntuales

¡Hay, el impuntual de la oficina! ¡Esa criatura que siempre llega media hora tarde pero se va con puntualidad británica! Ese que siempre hace que las reuniones empiecen con diez minutos de retraso, el que te envía todo tarde haciendo que tú tengas que retrasar también tu trabajo… quizá este reloj con las manecillas torcidas le sirva para reflexionar….  

Una cabeza de caballo

Siempre hay un gorrón en la oficina que te debe dinero. Ese que un día te dice “oye, ya que vas a pedir comido, pide para mí y la semana que viene te invito”. Ese que un día te pide que le pagues la cerveza y te lo devuelve mañana. Ese que un día te pide un libro, que se lo lee rápido. Nunca te invita. Nunca te lo devuelve. No vuelves a ver ese libro. Para esas personas, nada mejor que una cabeza de caballo al estilo El Padrino. Como matar un caballo puede estar mal visto, este cojín te puede valer.

Cinturón para dietas

Hay personas a las que les gusta ver la figura del otro arder. Esa persona que siempre que llega trae algo de comida. Chocolate, bombones, cruasants… personas aparentemente majas tras las que se esconde una especie de bruja de Hansel y Gretel, que quieren engordarte o bien reventar tus arterias a base de triglicéridos. Personas que ceban a toda la oficina. Y sí, son de las que después de comerse hasta las flores luego echan sacarina en el café. Para ellas, este cinturón es perfecto

Un paquete de nada

Nada es más agresivo que la indiferencia. Y nada transmite mayor indiferencia que un paquete de nada. Gastarte 7€ en nada puede parecer excesivo, pero ya sabéis, menos es más… 

El cubo de Rubick que da calambres

El cerebrito de la oficina. Ese que todo lo sabe, que nada se le escapa y que siempre tiene razón. Ese que está permanentemente demostrando que es más inteligente que los demás. Si tan listo eres ¿por qué no eres capaz de solucionar este cubo de Rubick? ¿Qué te da calambres dices? Vaya excusa más mala… pfff…

Una bomba de purpurina

Y si realmente odias mucho, mucho, mucho a esa persona. Si quieres arruinarle el día –y potencialmente los tres siguientes-, puedes elevar la apuesta de la purpurina explicada al inicio de este artículo y regalarle una bomba de purpurina. Abrirá el regalo para ver qué es y ¡pum! ¡sorpresa! A ver cuánto tarda en poderse quitar todo el brillo del pelo.

Vagina en lata

En todas las oficinas hay un salido, un astrolopitecus que está todo el día emitiendo guarradas por su boca e intentando ligar con cualquier fémina que entre en su campo visual, normalmente de forma patética, aunque él en su mente es todo un doctor amor. Para él hay un regalo obvio: una vagina en lata. La parte mala es que lo más posible es que le guste y no pille la indirecta.

El mejor jefe del mundo

Lo peor es cuando te toca el jefe. Le regalarías un saco de arsénico, pero claro, no es cuestión de que le coja manía. No, es mejor no trolear al jefe. Esta taza le llenará su ego y hará que pases a estar directamente en su lista de empleados favoritos… salvo que sea seriéfilo…