Muchas son las mujeres que abandonan Tinder decepcionadas por lo que han encontrado. Entran buscando el amor de sus vidas y solo encuentran gente con intención de reproducción simulada. Sin embargo, Katie tiene una historia de lo más sorprendente: encontró a su gato perdido gracias a la aplicación de citas más popular. Para muchas personas, lo más parecido a encontrar el amor.

Una noche su gato Peanut (Cacahuete) decidió marcharse y no volvió. En condiciones normales ya sería una situación preocupante, pero a eso hay que añadir que en la zona está actuando un asesino de animales -el destripador de gatos- que ya acumula más de 250 gatos y zorros entre sus víctimas en el sur de Londres, algo que hacía la desaparición de Peanut todavía más siniestra.

"No podía dormir ni comer", explicó Katie a The Dodo. "Comencé a pensar en formas en las que podía buscar a Peanut más allá de Facebook y colgar carteles. Entonces se me iluminó el cerebro y descargué Tinder". Katie tiene novio, pero estaba dispuesta a quemar todas las opciones para encontrar a su gato.

Katie Alsop

Se hizo una cuenta Premium de la aplicación y se puso de perfil una imagen en la que pedía ayuda para encontrar a su mascota y una foto de ella con la criatura para dar pena. En poco rato acumulaba 400 matches, aunque la mayoría de hombres seguramente se lo dio sin mirar a qué daban match.

Charlie, el héroe del día

A poca distancia de allí, Charlie vio la foto de Peanut en su smartphone. Miró por la ventana y vio el gato en su jardín. Inmediatamente llamó a Katie. Esa noche ambos se pusieron su traje de aventuras y rastrearon la zona en busca del gatete. Encontraron al animal, pero este se asustó y salió corriendo. A pesar de que Charlie corría y saltaba vayas como todo un Action Man, escapó. Y entonces Katie tuvo, de nuevo, una idea fantástica.

Dejó rastros de arena usada desde allí hasta su casa al más puro estilo Hansel y Gretel. Lo hizo cada noche durante una semana. Añadió también ropa usada y restos de atún. Finalmente, al cabo de unos días, oyó un maullido a las dos de la madrugada. Al mirar por la ventana, Peanut estaba allí. Delgado y asustado, pero de regreso a casa".

"Nunca hubiera sido capaz de saber dónde estaba Peanut sin Tinder", asegura. Toda una historia de amor.