Nuestras manos son nuestra principal herramienta para interactuar con el mundo. Con ellas lo tocamos todo, desde la barra del metro hasta ese bocata de jamón que nos vamos a meter entre pecho y espalda. Y en ocasiones no somos muy conscientes de la cantidad de gérmenes que llevamos en nuestras manos. 

Una profesora estadounidense ha querido mostrar a sus alumnos los efectos de estas pequeñas criaturas en la comida que va directa a nuestro estómago. El proceso es simple y solo se necesitan tres rebanadas de pan y tres bolsas. Una, la de control, la se mete en una bolsa sin tocarla directamente, con unos guantes. La segunda se mete en una bolsa tras tocarla con las manos después de habérnoslas limpiado, y la tercera con las manos sucias.

Luego únicamente nos queda esperar a que el tiempo y los microorganismos hagan su efecto. El resultado no puede dejar menos espacio a las dudas:

¿Qué pasa si la comida ha tocado el suelo?

Uno de los grandes dramas cotidianos es cuando estás a punto de comerte una deliciosa galleta o patata y esta se escurre entre tus dedos y cae al suelo. ¿Qué hacemos? Según la sabiduría popular, un alimento que haya estado en contacto menos de cinco segundos -o diez, según a quién preguntes- con el suelo es seguro para comer. Es la llamada regla de los cinco segundos.

Sin embargo, en este caso la realidad no parece estar del todo de acuerdo con ese pozo de sabiduría ancestral. Lo cierto es que el tipo de alimento y el lugar en el que ha caído son factores mucho más determinates que el tiempo en la contaminación del alimento.

Los cazadores de mitos dedicaron un experimento a esta regla, que quedó desmentida:

Hay voces discrepantes, por ejemplo la Universidad de Aston realizó un estudio cuyo resultado parecía avalar la regla. Otros estudios apuntan a que cinco segundos bastan para que se transfieran entre 150 y 8.000 bacterias del suelo al alimento. Y diez bacterias de salmonela pueden bastar para hacerte enfermar.