Los gorriones están desapareciendo de la faz de la tierra. Es un hecho que está sucediendo delante de nuestras narices y del que apenas nos damos cuenta, tal vez por el diminuto tamaño de esas aves o porque nadie les presta mucha atención. Pero debería importarnos.

Según la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), en España se ha perdido un 15% de la población de gorriones, o lo que es lo mismo, 25 millones de aves. Un número preocupante que nos hace preguntarnos sobre el porqué de esta tendencia.

Un cóctel negativo

Cuándo hablamos del descenso de la población del gorrión no podemos culpar a un solo factor, es más la suma de muchos. Pero antes de enumerarlos hay que hablar del hábitat del gorrión. Esta ave está ligada desde hace milenios al ser humano y suele habitar cerca de nosotros en pueblos y ciudades. Normalmente se alimenta de los restos de comida que solemos dejar en calles y parques pero no es el único que lucha por esos restos.

La proliferación de colonias felinas en parques y descampados de nuestras ciudades es uno de los motivos del descenso de gorriones a nuestro alrededor. Estos pájaros son un bocado fácil para los gatos hambrientos que habitan en nuestro entorno. Por si esto fuera poco, algunas ciudades están cada vez más limpias y esto provoca escasez de posible comida para los gorriones. Quién nos lo iba a decir.

gorrión

Como colofón, cabe destacar, por ejemplo, que los edificios de cristal y hormigón que se llevan construyendo en las ciudades en las últimas décadas no permitan anidar a los gorriones. Además la tala de árboles viejos, donde preferían establecerse, o la llegada de especies no autóctonas como la cotorra argentina, no hacen más que sumar problemas a estas aves.

¿Se puede hacer algo?

Si bien es cierto que aún no es una especie en peligro de extinción, el gorrión se encuentra en una situación a punto de ser delicada. Aún estamos a tiempo de encontrar soluciones para frenar el descenso de su población e incluso revertir la tendencia. Pero es algo que debemos hacer todos juntos. Las consecuencias de la desaparición de una especie que lleva tanto tiempo entre nosotros en nuestro ecosistema pueden ser incalculables.