"Femicidio es genocidio". Bajo esta consigna, un grupo de mujeres argentinas se desnudó el pasado martes frente a la Casa Rosada, en Buenos Aires, para protestar contra la violencia de género, una lacra que asola el país y que, como en España, se ha cobrado demasiadas víctimas hasta la fecha. 

La acción fue llevada a cabo por el grupo Fuerza Artística de Choque Comunicativo (FACC), que reunió a cerca de 120 mujeres frente al lugar en el que el presidente del Gobierno, Mauricio Macri, tiene su despacho. Así, mientras una banda tocaba violines y tambores, las mujeres comenzaron a quitarse la ropa lentamente, con la mirada al frente. Acto seguido y con un megáfono, una de ellas comienza a leer un comunicado mientras que sus compañeras simulan haber sido asesinadas y colocan sus cuerpos sin vida en el suelo.  

"Nombremos a todas: asesinadas, desaparecidas, abandonadas, golpeadas, discriminadas, expulsadas. Nombremos a todas: trabajadoras, desempleadas, enfermas, sanas, locas, no hay cuerdas. Nombremos a todas: vivas y muertas. Dí mi nombre, el tuyo. Nombremos a todas y exigiremos siempre", se oye a través del megáfono. En realidad, lo que están representando es una de las muchas imágenes que han llegado hasta nosotros de judíos muertos en campos de exterminio nazis. 

Un montón de cadáveres en un campo de exterminio nazi.

Acto seguido, comienza a enumerar las formas de matar a una mujer. "Cortarle el cuello, muerte instantánea. Encerrada sin agua, muerte entre tres y siete días. Encerrada con agua pero sin comida, de 15 a 40 días. Estrangulada, de uno a 15 minutos. Quemada, ocho minutos. Desangrada, entre tres minutos y una hora. Congelada, entre 90 y 100 minutos. Ahogada por gas, diez minutos. Golpeada con un objeto romo en el parietal, instantáneamente. Apuñalada en el corazón, diez segundos", continúa.

En un momento del discurso, conforme se van recrudeciendo las palabras, empiezan a sonar tambores mientras que las mujeres comienzan a levantarse del suelo y a moverse para colocarse de nuevo de pie, frente a la Casa Rosada. "Insisto en la libertad de decidir sobre mi cuerpo en territorio de quienes organizan leyes que quieren doblegarme. [...] Conozco la importancia de labor contestataria cuando en esta patria se encarcela a quien disiente. [...] Soy mujer en un tiempo en que el femicidio intenta volvernos desechables. Por supuesto, estoy loca, dicen que estoy loca, que soy rara, que me he vuelto extraña, que no tengo lugar en el mundo. Entonces no me queda otra, tengo que señalar el desprecio de elegir sobre mi vida, de inventar la fe para dársela a mi hija que escribí con la libertad de las presas políticas".

Cuando acaba el discurso, las mujeres comienzan a gritar de forma desesperada, ahogándose en un grito unánime contra el machismo. Las mujeres acaban la acción bajo un silencio sepulcral, volviéndose a poner la ropa, como si nada hubiera pasado.