Jessica Martin-Weber es madre de cinco niños y quiere que las mujeres den el pecho. Pero se revuelve contra la visión edulcorada y superficial de la lactancia materna. Alimentar a una criatura con la propia leche es algo sacrificado, sucio y puede llevar a un sufrimiento para el que no preparan los mensajes sentimentaloides que hacen más daño que bien. El grupo de Facebook que ha fundado, The Leaky Boob ("La teta que gotea") es una declaración de intenciones: un espacio en el que las mamás pueden compartir abiertamente sus preocupaciones, dificultades y experiencias con pelos y señales.

Y pocas dolencias relacionadas con la lactancia se asemejan a la mastitis. Se trata de una inflamación del conducto de la leche al obstruirse. Si ocurre cerca de la salida del pezón, provoca un dolor lacerante. Otros síntomas son la fiebre, la hinchazón y, si el pecho no es drenado, la infección y el absceso. Jessica lo llama el "monstruo del ojo rojo", en referencia al tapón que se forma. Las fotos que ha subido al grupo son un testimonio del momento en el que estuvo a punto de rendirse, y en el que la boquita hambrienta causante sin intención del estropicio se convirtió en su mejor aliada.

"Estas fotos no son de un momento especial ni sagrado de lactancia. No pretenden celebrar mi vientre o el hecho de que esté dando el pecho a mi bebé" - anuncia su post. "Son fotos en las que trato de sobrevivir". Fueron tomadas por su marido. "Tenía más de 39 grados de temperatura, sufría un dolor agónico, mi pecho estaba inflamado y de un rojo furioso, rayas rojas me cruzaban el pecho, sufría por todo el cuerpo y todavía tenía que ocuparme de varios niños en casa. No me parecía pasarme de dramática decirle que quería ir al hospital. O que al menos quería cortarme la teta".

La crianza no consiste solo en madres divinas doradas por el sol o familias de blanco inmaculado en fotografías de recurso

"La mastitis me había golpeado" - continúa Jessica, que reconocía los síntomas de un primer caso anterior. "Sabía por qué me había ocurrido: un sujetador mal ajustado que había llevado demasiado tiempo y, trágicamente, saltándome una toma. El sujetador había presionado un conducto de leche y al saltarme la toma había provocado la tormenta perfecta para la mastitis".

La fotografía muestra a Jessica en una posición forzada, a cuatro patas sobre el bebé boca arriba que mama del pecho colgante. Esta postura es la recomendada en caso de mastitis u otro mal que haga la lactancia dolorosa. "Intentaba vaciar el pecho alineándolo con la barbilla del bebé en dirección al dolor/bulto/enrojecimiento". La técnica funcionó, pero fue un proceso arduo combinado con masajes, compresas calientes, drenajes, fluidos y descanso ("¡Gracias Netflix!")

Si algo quiere evidenciar la autora es que la experiencia la llevó al extremo del aguante y hubiese terminado en ingreso hospitalario de no haber funcionado sus técnicas de amamantamiento. "Habría probado cualquier cosa. La postura a cuatro patas, por dura que sea de mantener cuando luchas contra una fiebre de caballo, tu pecho te duele a morir y el resto de tu cuerpo sufre, me ayudó a aliviar la situación. No es una bonita foto. No es un emocionante e inspirador momento de lactancia capturado en cámara, pero es real, y me salvó".

Necesitamos más representaciones reales de la maternidad

"La crianza no consiste solo en madres divinas doradas por el sol o familias de blanco inmaculado en fotografías de recurso" - zanja Jessica. "Hay momentos de fiebre, de dolor, de posturas poco agraciadas mientras Netflix atrona al fondo y los niños devoran cada pececito por la casa. Y sobrevivimos". En cualquier caso, remite a las instrucciones de La liga de la Leche para prevenir en lo posible el formar parte del 20% de madres que pasan por la mastitis. Y si ocurre y los remedios no funcionan, es imperativo acudir al médico.

"A mi me salvó el hecho de que mi bebé tomaba bien y conté la historia porque una madre me pidió ayuda" - concluye Jessica. "Necesitamos más representaciones reales de la maternidad".

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