¿Cuánta pornografía online se consume en el mundo? Mucha. Pornhub, el sitio de entretenimiento adulto aficionado a las estadísticas, reveló en su informe 2016 que recibió 64 millones de visitas al día. Más de 90.000.000.000 vídeos fueron consumidos el año pasado: tocaríamos a 12,5 por cada habitante del planeta. Obviamente, no toda la humanidad tiene interés o acceso al porno en Internet, lo que indica que quien lo ve lo hace en abundancia.

Y esta es una realidad escasamente estudiada, según denuncian los investigadores de la Université Laval de Québec. "Los efectos del uso de la ciberpornografía sobre el bienestar sexual, que engloba la evaluaciòn en lo subjetivo (ej. la satisfacción) y lo objetivo (ej. disfunciones y comportamientos) de la sexualidad individual, se encuentran bajo intenso debate y no han sido investigados en su justa medida"- aseguran en su trabajo publicado en The Journal of Sexual Medicine.

"La mayoría de consumidores asegura que su consumo de pornografía nunca ha supuesto un problema, y declaran efectos sexuales positivos, que incluyen el entretenimiento sexual, un repertorio sexual más rico, un deseo y una excitación más fuertes y un mayor conocimiento sexual" - afirman los psicólogos canadienses. Por otro lado, indican que hay evidencias de que la pornografía estaría vinculada a la "insatisfacción sexual, la adicción o compulsión, expectativas fuera de la realidad, malas decisiones relativas a la vida sexual y angustia personal".

¿En qué quedamos? ¿La pornografía nos sienta bien o todo lo contrario? La línea del estudio se ha dirigido a tipificar los posibles distintos hábitos de consumo del porno que explicarían experiencias tan dispares. Para ello reclutaron a un grupo de trabajo de 830 personas de origen "norteamericano" y mayores de 18 años. Más un 70% de los participantes era mujeres por menos de un 30% de hombre. El 80% se declaró heterosexual por un 6% de homosexuales y un 11% de bisexuales o de "otra orientación no contemplada".

El objetivo del estudio era "poner a prueba la hipótesis de la existencia de perfiles distintos de usuarios de ciberpornografía usando tres dimensiones de reacciones personales frente al hecho de ver imágenes y vídeos sexualmente explícitos en Internet. Estas tres reacciones son: la compulsión, la intensidad de los esfuerzos para acceder a la pornografía, y la angustia emocional asociada a su consumo".

Para medir esas tres variables publicaron un test online con 40 aseveraciones, a confirmar o denegar. "Me he quedado despierto hasta pasada medianoche para ver pornografía"; "He participado en chats de contenido sexual"; "Cuando no consigo conectarme para ver pornografía online me siento aliviado porque no he pecado". El test, en inglés, puede realizarse de forma totalmente confidencial aquí, aunque los resultados sólo será visibles para los investigadores.

Sin embargo, han permitido describir tres perfiles de consumidores de pornografía en los que poder reconocerse: 

El recreativo (recreational): Se trata de los usuarios cuyo consumo de porno no tiende a superar los 24 minutos a la semana. Es el epígrafe en el que caen la mayoría de las mujeres encuestadas, así como las personas que tienen una relación estable. Fueron los participantes que declararon una mayor satisfacción con su vida sexual. También los menores niveles de disfunciones. "Estos hallazgos sugieren que, para la mayoría de las personas, la pornografía puede promover una sexualidad abierta y activa, o que por lo menos no perjudica el bienestar sexual general".

El angustiado (distressed): Son los que menos tiempo dedican al porno, 17 minutos a la semana, y se trata en gran medida de personas solteras. Este grupo demostró los menores niveles de pulsión para acceder al porno. Sin embargo, los trastornos ocurren después. "Estos altos niveles de angustia pueden ser el resultado de la vergüenza, el menosprecio propio y el castigo a uno mismo después de ver pornografía. El estado de vergüenza internalizada, potencialmente basado en una estricta desaprobación social, moral, sentimental o religiosa, se asocia a una menor satisfacción sexual y a una mayor disfunción".

El compulsivo (compulsive): Pasan más de 110 minutos semanales viendo porno y son en su mayoría hombres. "Estas conductas están relacionadas con malas estrategias para hacer frente a la sexualidad, peores habilidades para regular las emociones, y ser propensos a entrar en un ciclo compulsivo de deseo sexual intenso y recurrente". Las difunciones, sin embargo, son del tipo conductual: los investigadores no encontraron vínculos entre este tipo de consumo y las disfunciones eréctiles. 

El 75% de los participantes cayeron en el perfil "recreativo"; el 25% restante se repartió de forma aproximadamente ecuánime entre los dos otros perfiles.

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