Coreografías multitudinarias, fuegos artificiales y un espléndido espectáculo de luz y sonido han despedido los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, pero es con un vídeo de apenas dos minutos y la sorprendente irrupción en escena del primer ministro Japonés Shinzo Abe con lo que Tokio 2020 ha acaparado el protagonismo de la ceremonia de clausura.

El spot decidió centrarse en uno de los aspectos más populares a nivel mundial de la producción cultural y el entretenimiento de Japón: sus dibujos animados, el anime, y los protagonistas de sus videojuegos, verdaderos iconos pop. Así, bajo el lema "calentando", las imágenes de los atletas japoneses se intercalan con las de personajes como Oliver, el mítico futbolista de Campeones; Hello Kitty, la gatita omnipresente en la moda; Pac-Man, el comecocos lanzado en los ochenta, o Doraemon, el gato cósmico que con sus inventos lleva deleitando a los pequeños desde los años setenta.

Sin embargo, el momento cumbre lo protagoniza el primer ministro nipón, Shinzo Abe. En el vídeo recibe en sus manos una pelota roja que simboliza el traspaso olímpico, y lamenta que no llegará a tiempo a la ceremonia en Río. Y se transforma en Mario Bros, el personaje de videojuegos más famoso de todos los tiempos. Con ayuda de Doraemon, se introduce en una de las tuberías verdes que el fontanero usa para desplazarse en los juegos. Y para el delirio del público de Maracaná, la ilusión se hizo carne: el propio Abe se materializó en carne y hueso, ataviado de Súper Mario.

En las redes sociales, que han encumbrado a Mario Bros como Trending Topic tras su aparición olímpica, surge sin embargo una pregunta: si Japón ha decidido hacer bandera de sus iconos de videojuegos, ¿por qué no han hecho referencia al fenómeno mundial de los Pokémon, nacidos en el país del Sol Naciente? No es una pregunta baladí: desde que The Telegraph adelantara el día anterior que la presentación de Tokio 2020 iba a destacar la "ciencia y tecnología puntera" del país, la aparición de los Pokémon en la ceremonia de clausura había sido tachada de "inevitable".

Sin embargo no ha habido la menor presencia de Pokémon Go en Maracaná fuera de los smartphones de los asistentes, esto es. El juego llegó a protagonizar alguna que otra polémica menor en durante la celebración de los JJOO, comenzando por su lanzamiento a última hora en Brasil espoleado por las quejas de atletas por no poder jugar en la villa olímpica. El delirio olímpico por la caza de monstruitos virtuales ha dejado anécdotas como la factura del levantador de pesas nipón Kōhei Uchimura de 500.000 yenes, 4.400 euros al cambio, al confundirse y olvidar activar el roaming de su línea, aunque su compañía ha prometido arreglarlo.

¿Por qué no sacó pecho Japón de las criaturas que han atrapado a decenas de millones de jugadores en todo el mundo? La respuesta, como mucho de lo que rodea a los Juegos Olímpicos, está en los derechos de imagen. Mario Bros aparece como "cameo" autorizado de Nintendo, cedido para la causa olímpica. La organización de Tokio 2020 solicitó usar el personaje, según declaró a Bloomberg Yasuhiro Minagawa, el portavoz de la compañía, "y Nintendo accedió". No han explicado sin embargo si la colaboración se ha limitado al vídeo o irá más allá y veremos al mostachudo fontanero, que ya ha protagonizado juegos deportivos, de mascota de los Juegos.

Nintendo también comercializa la marca Pokémon y sus videojuegos, pero los derechos no son de su propiedad, sino de The Pokémon Co., una compañía en la que sólo participa en una tercera parte. Tampoco tiene vía libre sobre Pokémon Go, desarrollado por Niantic, del que sólo posee un 32%. Estas participaciones fragmentarias provocaron la breve burbuja bursátil de julio, cuando se desveló que el fenómeno Pokémon Go iba a resultar mucho menos rentable a Nintendo de lo que podía parecer. La aparición de Mario Bros en Río, que sí es propiedad de la marca, ha hecho crecer un 3% el valor de sus acciones en el Nikkei.

¿Por qué la candidatura olímpica japonesa no pidió también ayuda a lo propietarios de Pokémon? Una respuesta obvia es que resulta más complicado llegar a un acuerdo con un conglomerado que con una única empresa. Pero entra el factor de los tiempos: Tokio 2020 no ha desvelado en qué momento se grabó el vídeo. Pudo ser antes del verano, amoldándose a la agenda del primer ministro Abe, poco proclive a este tipo de manifestaciones, y cuando el fenómeno Pokémon Go no había estallado aún.

Aunque Pokémon era una franquicia conocida mundialmente desde los noventa, los organizadores de Tokio 2020 han optado por iconos para una generación crecida en los años ochenta. En cualquier caso, el adorable Pikachu se las ha arreglado para tener representación olímpica desde Sidney 2000: en los pins de acreditación oficial de la prensa japonesa. Los de Río 2016, tras el boom Pokémon Go, se han convertido en pieza de coleccionista. 

En cualquier caso, la presentación ha cautivado la imaginación de los fans del entretenimiento japonés, que disfrutan imaginándolos en Twitter fusionados con su serie favorita.

 

Aunque a los agoreros les gusta recordar que las olimpiadas de 2020 en Tokio ya fueron predecidas por uno de los mangas más prestigiosos de todos los tiempos, Akira. Ambientado en una capital de Japón post-apocalíptica en plena reconstrucción para albergar los Juegos, presenta una trama de manipulación genética, corrupción política y delincuencia que culmina en un catastrófico epílogo.

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