Este jueves comienza oficialmente la campaña electoral para las elecciones del 26J. Dado que hace apenas seis meses que los electores tuvieron que enfrentarse a otro bombardeo de eslóganes, pega de carteles, marchas, mítines, entrevistas y todo tipo de coberturas mediáticas para conocer lo que les ofrecían cada uno de los partidos, con tan poco margen de actuación no les ha quedado otra que sacar la artillería más selecta para llamar la atención de lo votantes. Claro que, en ocasiones, surge la duda de si lo que quieren es generar entre ellos unas risas o conseguir que la papeleta que metan en sus sobres sea la suya.

Si hace unos días la campaña de vídeos de Ciudadanos fue sometida a las críticas masivas de los internautas, hoy es el partido liderado por Mariano Rajoy el que ha dejado atónitos a los ciudadanos. Y no tanto por el contenido de su mensaje como por la banda sonora del mismo.

“En esta ocasión hemos optado por una versión del himno del PP latina, estuvimos dudando entre el regueton y el merengue y finalmente nos quedamos con el merengue”, comentaba Jorge Moragas, director de la campaña de los populares, quien se ha encargado de ‘dar al play’ para que todos escuchasen el nuevo ritmo popular.

Como cabría esperar, la publicación de este himno tan ‘bailable’ ha desembocado en decenas de comentarios en la redes sociales, la inmensa mayoría con un tono bastante jocoso.



Objetivo: romper la barrera del 30%

La dirección del PP no solo quiere vernos bailar, también busca, como cabría esperar en campaña electoral, sumar más votos. En concreto, una cantidad: superar la barrera del 30% de los votos que les ha dejado marcados tras quedarse en aquel 28,7 el pasado 20-D.

Así lo ha confirmado Moragas en la rueda de prensa de esta mañana justo antes de destapar la sorpresa, al recordar que la campaña de los populares “será en positivo”, centrada en ofrecer soluciones reales a los problemas de los ciudadanos, con propuestas a favor de la recuperación, el empleo, la unidad de España, la concordia, la defensa de las libertades y, por qué no, animarles a que contoneen sus cinturas como ya nos tienen acostumbrados algunos de sus más altos cargos.

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