Cuando era apenas un niño, Salavat Fidai pensaba que ganarse la vida como artista no era posible. Y eso a pesar de haber nacido en una familia cuyos padres eran profesores de Arte en una escuela a los pies de los Urales, en Rusia. “Me empecé a interesar por esto en la escuela elemental, donde jugaba con las tizas, pero no hice la primera escultura hasta 2014. Así me descubrí a mí mismo”, cuenta Salavat a EL ESPAÑOL en correo electrónico.

Sus trabajos están circulando por las redes sociales como lo que son: pequeñas obras de arte esculpidas en las puntas de los lápices. Con una cuchilla cincela las minas creando desde candados, hasta un Darth Vader, un Bart Simpson o la silueta de la estatua de la libertad. Salavat, de 43 años, afirma que le “encanta hacer cosas pequeñas porque es una forma artística diferente”.

Las razones que le llevaron a practicar este arte en miniatura radican en su despido. “Empecé a dedicarme a esto a raíz de que mi empresa redujera parte del personal el año pasado por la crisis en Rusia. Ahora soy freelance”, afirma Salavat desde Ufa, una pequeña región al oeste de los Urales.

Su método de trabajo

Esculpir la punta de un lápiz no es nada fácil y, aunque ha hecho más de 200 esculturas en grafito, su método es muy laborioso. “Me lleva de 6 a 12 horas una estatua normal y la hago con un cuchillo y una gran lupa. Con algún modelo más complicado puedo tardar de dos a tres días”, detalla Salavat, que trabaja bajo una pequeña lámpara mientras su familia duerme.

Sus esculturas han recorrido medio mundo en manos de los coleccionistas que han pagado 500 dólares por lápiz. Aquí se pueden comprar. Y aunque son las esculturas en lápiz las que le han llevado a adquirir fama mundial, Salavat también realiza algunos trabajos en pipas de calabaza o de girasol.

 

Todo su trabajo se puede consultar en su perfil de Instagram y en su página web.

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