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Luis tiene 39 años y comparte piso en Sevilla. "Hace tres años que salí de casa de mis padres y no puedo pagar 1.200 euros de alquiler", lamenta. Trabaja a jornada completa, pero su sueldo no le permite vivir solo.

Asegura que cada mes dedica casi la mitad de su nómina a mantener una habitación en un piso que comparte con otras dos personas. "Estoy pagando un coche, pero no salgo mucho y apenas gasto, y aun así llego justo al final del mes", se lamenta.

"Es imposible pensar en alquilar algo por mi cuenta", cuenta con resignación. Su situación no es excepcional. En Sevilla, los precios del alquiler continúan al alza y están poniendo contra las cuerdas a buena parte de la población activa, especialmente a quienes rondan los 30 y 40 años y buscan una vivienda sin tener que compartirla.

Según los datos más recientes de Idealista, el precio medio del alquiler en la capital se situó en agosto de 2025 en torno a los 12,8 euros por metro cuadrado, lo que supone un incremento del 9,5 por ciento respecto al año anterior.

En los barrios más céntricos, como Nervión, Los Remedios o el Casco Antiguo, los precios superan con facilidad en la mayoría de los casos los 1.000 euros mensuales, mientras que en las zonas periféricas, como Sevilla Este o Pino Montano, la media baja, pero no lo suficiente como para que muchos puedan afrontar el gasto sin apuros.

Luis reconoce que, cuando se independizó, pensó que compartir piso sería algo temporal. "Tenía la ilusión de poder ahorrar y mudarme solo en un par de años, pero con cómo están las cosas eso parece cada vez más lejano", afirma.

La falta de oferta asequible y el incremento constante de los precios han hecho que en ciudades como Sevilla compartir vivienda se haya convertido en la única alternativa para muchos adultos. "Antes eran los estudiantes los que compartían, ahora somos los que tenemos trabajo estable los que no podemos permitirnos otra cosa", añade.

Según datos publicados por Idealista, cada vez más personas destinan más del 40 por ciento de sus ingresos a pagar un techo, muy por encima de lo que recomiendan los organismos internacionales para mantener una economía doméstica equilibrada.

En el caso de Luis, el futuro se presenta incierto. No contempla volver con sus padres, pero tampoco ve viable vivir solo. "No es que quiera un piso de lujo, me conformo con algo pequeño, pero 1.200 euros no los puedo pagar. Y si eso es lo que vale, no hay mucho más que añadir", resume.