Loli y Paco son dos sevillanos que han regentado durante toda su vida un supermercado en un pueblo de Sevilla. Pasadas las décadas, y con 43 años de cotización a sus espaldas, ella percibe una jubilación "que no llega a 900 euros" mientras la de él asciende a unos 1.100 euros.
"Yo comencé trabajando en el Corte Inglés, pero los últimos 15 años de mi vida laboral son de autónoma con el negocio familiar", explica Loli. En este sentido expone que ella no pagaba "ni más, ni menos", sino "lo que tenía que pagar".
El resultado: una jubilación que no llega a 900 euros después de "una vida muy sacrificada" en la que no pudo ni coger vacaciones por la responsabilidad que conllevaba su negocio.
"Mi marido, en los últimos años, se puso la cotización en lo más alto", explica. La diferencia entre una paga y la otra no muestra un salto significativo, ya que Paco cobra apenas 200 euros más que su mujer.
La sevillana explica que, en su supermercado, llegaron a tener contratadas a 13 personas. "Lo nuestro siempre ha sido un negocio consolidado al que le hemos dedicado la vida, y la gente del pueblo lo sabe".
En este sentido, Loli explica que ha criado a sus hijos "trabajando mañana y tarde". "Yo abría a las ocho de la mañana y cerraba más de las dos de la tarde. Luego volvía a abrir a las cinco y ya cerraba pasadas las nueve de la noche", recuerda.
Tantas eran las horas que pasaba atendiendo en su comercio que en el mismo establecimiento se puso de parto de su segundo hijo. "Mi niño nació un jueves y el lunes ya estaba yo otra vez detrás de la caja registradora", comenta. "Nunca he podido descansar, nunca", se lamenta.
Añade que "jamás" había cogido vacaciones. "Me he ido de vacaciones ya jubilada, pero mientras que estaba trabajando lo máximo que me cogía era el Puente de la Virgen de los Reyes", expone. En aquel momento, dejaba a la persona de más confianza al mando, pero "solo por dos días", y es que recalca que no ha estado nunca más de dos jornadas fuera de su puesto de trabajo.
"Ni siquiera podía ir al médico de la Seguridad Social; yo no tenía tiempo para estar esperando a que me atendieran", desarrolla. En cambio, pagaba de su bolsillo una clínica privada cercana a su comercio en la que sabía con certeza que la iban a atender a la hora justa.
La misma situación se encontraba cuando sus hijos enfermaban. "Tengo tres hijos y, cuando eran pequeños, si se ponían malo, nos turnábamos mi marido y yo para llevarlos al médico". Sin embargo, si eso no era posible, Loli se veía en la obligación de llamar a sus hermanas para que pudieran acompañar a los menores al médico.
"Después de todo esto a mis espaldas voy a la Seguridad Social y me dicen que tengo muy poco cotizado. ¿43 años son pocos años cotizados?", se pregunta con indignación.
La empresaria sevillana insiste en que no se trata solo de la cuota de autónomo, sino también "de la luz, el impuesto para abrir la tienda, la Seguridad Social de los trabajadores", y un largo etcétera.
Loli y Paco hicieron "un esfuerzo muy grande por sostener un negocio" y, ahora, con los años, no ven recompensado su sacrificio.
