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María, una camarera de Sevilla, ha explicado el trato negativo que muchos clientes tienen hacia quienes trabajan en hostelería. "Se piensan que no somos personas", cuenta.

"Me molesta que la gente exija que los atiendas rápido cuando ve que está a tope la cafetería. Se creen que están solos y no hay más gente", señala.

A esto añade otros comportamientos habituales que sufre junto a sus compañeros: "Me molesta que peguen voces para pedir, que entren y no den ni las buenas tardes, que quieran pedirte a gritos o a chiflidos", declara.

La trabajadora critica también las actitudes de quienes llegan a última hora y no respetan los horarios de cierre: "Que quieras cerrar y te digan cosas porque falta un minuto sin pensar que a ti te queda todo por recoger", lamenta.

María cuenta la experiencia vivida con tres clientes que llegaron sobre las 21:30 horas. Ella avisó de que el local cerraba a las 23:00 horas, pero ellos se negaron a marcharse incluso a medianoche.

"Este no es mi problema", fue la respuesta que recibió al recordarles que debía haber cerrado hacía una hora.

Recibe faltas de respeto

La camarera denuncia además la falta de educación en situaciones cotidianas: "Que tiren las cosas al suelo y lo dejen todo sucio, o que dejen pañales en la mesa teniendo una papelera a dos metros", cuenta.

En ocasiones, explica que tiene que echar a personas del establecimiento porque el comportamiento "ya ha pasado un límite" o tienen una actitud agresiva. "Me han amenazado incluso con la típica frase de que van a llamar a mis jefes", indica.

María subraya que detrás de la barra no solo hay trabajadores sin formación, sino que son jóvenes con estudios y títulos superiores. Ella misma ha conseguido sacarse dos títulos superiores gracias al trabajo en hostelería.

La camarera recuerda que muchos empleados compaginan el trabajo con sus estudios y que otros sacrifican tiempo personal. "Trabajamos los fines de semana y también tenemos familia, amigos y nos perdemos eventos propios por trabajar", explica.

Aun así, hay clientes "con mucho encanto"

Pese a las malas experiencias, reconoce que también hay clientes que "tienen mucho encanto". "Sin embargo, también te encuentras con mucha gente alegre, agradecida, que espera con educación. A mí me gusta, pero es verdad que cuando te pasan estas cosas hace que todo lo bueno se te olvide".

María concluye con un mensaje de reflexión sobre la importancia del respeto: "Los que trabajamos ahí no somos menos que los que piden detrás de la barra. Si los camareros no estuvieran no tendrían sitios para ir. Por infravalorar ese trabajo cuesta la vida encontrar un camarero".