Sevilla
Publicada
Actualizada

Sevilla, finales de octubre. El otoño ha empezado hace ya varias semanas y las luces de Navidad adornan -aunque sin encender- ciertas zonas de la ciudad.

Hasta el pasado sábado 25 de octubre, las estampas que dejaban las calles de la hispalense eran completamente diferentes. Los sevillanos iban en manga corta y los termómetros marcaban durante las horas punta hasta 30 grados.

"Vamos a tener que acostumbrarnos a los otoños más largos en los próximos años", asegura tajante Juan de Dios del Pino, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) a EL ESPAÑOL.

Aunque las lluvias se han dejado ver, las temperaturas bajas no terminan de llegar a la ciudad y esto es algo que afecta de lleno al comercio de la misma. Por este motivo, los pequeños empresarios tienen que ingeniárselas para no perder dinero.

Sin embargo, el hecho de que vender la ropa de abrigo cueste más "no es nada nuevo", según señala Tomás González, presidente de Aprocom, la confederación provincial de comercios, servicios y autónomos de Sevilla.

Estrategias de los comerciantes

La experiencia hace al maestro y por eso quienes regentan comercios de la ciudad se adaptan al clima sevillano para no generar pérdidas.

Para ello, "se ha dejado de vender determinadas prendas como las que están hechas de punto y se han sustituido por otras con tejidos más ligeros", algo que "no hacen en las grandes cadenas".

La estrategia de estas últimas consiste en "mover la mercancía de un lado a otro de España", de esta forma, mandan las prendas más invernales a aquellos puntos en los que los termómetros sí acompañan.

El delegado de la Aemet sostiene que el fin del 'veroño' está cada vez más cerca. Según Del Pino, una serie de borrascas que llegarán a la península durante los próximos días harán que el mercurio baje.

Además, asegura, "se situarán por debajo de la media de octubre en estas fechas" alcanzando máximas de tan solo 23 grados y mínimas de 12 durante las primeras horas de la mañana.

La caída de los termómetros no es lo único que llega a la hispalense. A partir de ahora, los sevillanos tendrán que ataviarse con el paraguas y hacer fuerza para que el viento no los doble.

Esquivando a los castañeros

Pero, mientras que el cambio de tiempo llega y no, los vecinos de la Giralda pasean por las calles con manga corta, sandalias y rehuyendo de los puestos de castañas que hay desperdigados por los rincones y el calor que emana de estos.

A pesar de que la llegada de octubre y fiestas como Halloween o el día de los Santos hacen que a muchos les apetezca un cartucho del fruto seco más famoso del otoño, el calor provoca que más de uno se lo piense.

Diego, vendedor de castañas en la céntrica Avenida de la Constitución desde hace 13 años, señala que "este negocio no es rentable ni ahora ni cuando hace frío".

En paralelo afirma que "al saco de castañas se le saca unos 35 euros" y que, dependiendo del mes, los beneficios van desde los 200 hasta, más o menos, 1.500 euros.

Juan es otro de los castañeros de Sevilla. Su puesto se ubica justo donde convergen la calle Rioja con Tetuán. El mismo apunta a este medio que "todos los años el calor hace que la venta sea muy floja pero a medida que avanza la temporada la gente se anima más".

La cuenta atrás para Navidad

En estos momentos, decenas de operarios trabajan en diferentes puntos de la urbe. Algunos se dedican a las obras que se están acometiendo para mejorar la infraestructura sevillana. Otros se encargan de colocar las luces que alumbrarán a la hispalense durante la Navidad.

Según el Ayuntamiento de Sevilla, el montaje comenzó hace ya varias semanas porque "si no fuera así, no daría tiempo a dejar todo a punto".

Sin embargo, el contraste no pasa desapercibido ante sevillanos como Jaime, quien admite que "el calor hace que parezca que los preparativos llegan demasiado pronto".