No hay mes de agosto que en esta ciudad no salte alguien que proponga rotular una calle con el nombre del inventor del aire acondicionado, Willis Carrier. No hay derecho. Aquí nadie se acuerda de lo nuestro, de ese recipiente de metal, ancho y hondo, ordinariamente circular, con borde, en el cual se echan o se hacen brasas para calentarse. Nos referimos al brasero. Y no a Roberto, el presentador del tiempo. Ni a las famosas pizzas de Chipiona...

Los primeros braseros de los que tenemos constancia ya se usaban en celebraciones de la América precolombina. Durante el Imperio Romano los braseros se fabricaban en bronce y eran utilizados como pebeteros. Los primeros vestigios de un brasero que encontramos en España datan del siglo VII a.C. Pero el brasero, tal y como lo conocemos en la actualidad, comenzó a usarse en Japón durante el siglo XIV. Desde finales del siglo XX el tradicional brasero de combustión ha caído en desuso debido a su potencial peligrosidad. Siempre nos quedará el flamenco. TiritiTrump, Trump, Trump… ¡Ay madre!

Hace décadas no era extraño ver en calles o patios a personas prendiendo cisco para el brasero, aunque siempre parecía de más rápida acción las brasas sacadas directamente desde la chimenea. Había que tener chimenea. Hoy, cuando apuramos el primer cuarto del siglo XXI, la única carbonería que queda en Sevilla es la de la Calle Parras. Allí todavía puedes comprar cisco de picón para el brasero. Pero a ver quién tiene tiempo para encenderlo…

En el arte reflejaron bellos ejemplos de braseros y soportes Fortuny o Julio Romero de Torres, obras de grandes caldederos. Después del de cisco llegó -tras el esfuerzo por encenderlo o los olores- el brasero eléctrico en sus distintas modalidades. La bombilla, el lorito… ¿Un siestón? Hay quien se queda fuera porque se queja de que se duermen las piernas con el invento. Opinan que es malo para la circulación y tienen razón en parte. Hay camillas con cruceta… ¡menuda tentación! A ver quién llega al gimnasio…

Calor de hogar. Los pequeños calentadores de aceite han ganado la batalla y han conquistado el terreno al brasero tradicional. El suave calor y la mayor dificultad para provocar accidentes lo han hecho posible ¿Quién no tiene un pequeño calentador de aceite bajo la mesa del salón? Al volver al hogar un día frío se agradece la presencia de una camilla y un brasero. Al final, bien. Dijo Antonio Gala que una casa es el lugar donde uno es esperado. Una camilla en el mes de enero, con brasero, también. Por muy nihilista que sea el interiorismo de este siglo, en el sur resisten la camilla y el brasero. La primavera se acerca…