Hasta el 65% de los tratamientos estéticos en Sevilla los hace personal sin cualificación. Ni siquiera sanitarios. Puede ser desde una peluquera hasta alguien sin formación alguna. Es parte del informe que ha presentado este miércoles el Colegio Oficial de Médicos donde advierten de que el intrusismo es peligroso para su profesión, pero mucho más para los pacientes.
Porque, según el informe sobre la Medicina Estética que han hecho público los profesionales del sector en Sevilla, en la capital andaluza hasta un 20% de las intervenciones se hacen fuera de espacios médicos. "En una peluquería, en un tu casa, en un parco porque monto una bótox party..." ha explicado el doctor Moisés Rodríguez, quien es el responsable de la lucha contra el intrusismo en el Colegio de Médicos y especialista en Estética.
El riesgo no es solo que la persona que inyecta medicamentos como el bótox o el ácido hialurónico no tenga formación sanitaria o que lo haga en la parte de atrás de un comercio cualquiera. "Es que además no tienen autorización para la compra de medicamentos, por lo que esos compuestos llegan de redes presuntamente ilegales", explica Rodríguez.
Este médico entiende que a todo esto se suma el que si en la intervención estética no hay personal sanitario con formación, cualquier complicación puede ser mortal. "Se dan casos de infartos cerebrales y hasta de muertes", ha detallado.
"Cada tratamiento tiene sus complicaciones propias. Lo importante -ha indicado este médico- es que el profesional sanitario sepa cómo actuar en caso de que se produzcan". Así, en el caso de los láseres, la consecuencia más frecuente pueden ser quemaduras, indican los sanitarios que han presentado el informe sobre intrusismo.
Uso del láser
Pero puede haber más. "Si pones algún anestésico local al usar un láser, se puede producir hasta un rock anafiláctico. Y eso conlleva un riesgo de muerte del paciente", ha indicado el doctor Rodríguez. El riesgo es mínimo cuando hay un médico, que puede solventar la situación. No es así cuando quien realiza la intervención es, por ejemplo, una peluquera.
Otro ejemplo: el ácido hialurónico, que se usa para rellenar y poner volumen. "Son muy densos y si se tiene la mala fortuna der pinchar en una arteria, se puede provocar un trombo. Si irriga el ojo, puede provocar una ceguera. Hay casos descritos así", ha señalado.
Con un médico estético, esto se soluciona con un pinchazo de otro medicamento que diluye el trombo. Si no hay médico... "Hay descritos hasta infartos cerebrales por obstrucción de una arteria que iba a irrigar parte del cerebro", advierte Rodríguez.
Entonces, ¿por qué la gente sigue acudiendo a estos sitios a pincharse ácido o bótox? "No tienen percepción del riesgo", coinciden todos los médicos que han estado en la presentación del informe. Se trata, además del doctor Rodríguez, de las médicos Mara Jiménez Vívora y Pilar Martínez García.
Al hospital
Al final, esas inconsciencias llegan a las urgencias de los hospitales. Y allí, advierten los profesionales de estética, no siempre saben cómo solucionar los problemas porque la suya no es una especialidad que se practique en la Seguridad Social. O puede que no tengan los medicamentos que ayudan a solventar el problema.
Debido a esta preocupación por el intrusismo, desde el Colegio de Médicos de Sevilla han multiplicado por tres el número de denuncias. Si en 2024 fueron solo 2, en 2025 ya va por 6. Los procesos, señalan desde la institución, son lentos. Y farragosos, porque en muchos casos son anuncios en redes sociales que hay que investigar a fondo.
Es el caso, ha explicado el doctor Rodríguez, de un sevillano que acudió a un centro no autorizado a realizarse un tratamiento para perder peso. Allí le ofrecieron ponerse un balón gástrico. Pero quien iba a hacerlo no tenía formación sanitaria alguna. Cero.
Balón gástrico
Eso levantó las sospechas del paciente, que pidió que le devolvieran el dinero. Le dijeron que no. Por eso denunció y se inició el proceso que ya lleva el Colegio de Médicos.
Según han detallado desde esta institución, son mujeres de entre 20 y 30 años quienes más acuden a estos centros sin permisos ni formación a hacerse tratamientos estéticos. Muchas veces, en base a información de redes sociales.