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La última tarde de la feria de Sevilla con la tradicional corrida de Miura era de Puerta Grande o enfermería para Pepe Moral. Y ha salido por la primera tras reivindicarse, rozar la Puerta del Príncipe y lanzar un grito al viento para salir del ostracismo cuando esta tarde era decisiva en su carrera.

Esta era su segunda corrida en dos años en España, pero nunca perdió la fe ni la confianza en sí mismo tras llevar varios años toreando en plazas de pueblos perdidos de Perú o Venezuela, donde se marcha en soledad durante meses. Esto le permite al menos sentirse torero, pero en unas condiciones extremadamente duras.

El diestro de Los Palacios ha cortado dos orejas, una a cada toro de Miura. Le han pedido la tercera, pero el palco la ha frenado. Una Puerta Grande con peso es muy importante, pero también teniendo en cuenta sus circunstancias, cómo ha expuesto toda la tarde y el devenir de la feria, no hubiera sido tampoco una Puerta del Príncipe barata.

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Su primero pegó un susto a los que estaban en el callejón de la Maestranza al saltar con una facilidad increíble afortunadamente sin consecuencias después de que Moral lo recibiera de rodillas en chiqueros. Muy firmes fueron sus lances de recibo rompiendo al animal hacia adelante a pesar de que se le vencía por dentro.

Venía tan mentalizado que lo toreó como si fuera bueno. Lo fue haciendo poco poco sosteniéndolo y encelándolo con derechazo y ya con el izquierdo, más en el bote, le pegó una serie tirando siempre de él, ligándolo y bajándole la mano.

Se tiró a matar o a morir detrás de la espada, dejando una buena estocada al igual que en el quinto, al que le cortó otra rotunda oreja. Lo recibió también en los chiqueros, lo galleó con limpieza por chicuelinas y dejó una media de rodillas en los medios que demostraba sus intenciones.

Se armó de paciencia para meter en la canasta a este Inopinado que tuvo sus teclas que tocar al quedarse siempre muy corto. Le dio la distancia apropiada, encajó los riñones y empezó a torearlo con la mano izquierda con los vuelos echándoselos al hocico muy suavemente. La faena fue a más y culminó con una serie bajando mucho la mano sin moverse del sitio y volaron los pañuelos.

Para Esaú Fernández también tenía mucha importancia la tarde de hoy. Se llevó al mejor toro, de nombre Tahonero, el mismo que aquel de este mismo hierro que Manuel Escribano indultó en Utrera hace unos años.

Lo recibió el torero de Camas a portagayola luciéndose en un ramillete de lances antes de embestir desde la boca de riego al caballo con la plaza rota en aplausos. Juan José Domínguez lo pulseó sin molestarlo para que sacara su máximo potencial en la muleta.

Y así fue. La faena tuvo momentos vibrantes con derechazos de mucho poder y de trazo largo ante un Miura que embestía como un tren. Por el izquierdo bajó un punto la faena y el fallo con la espada emborronó el posible premio. Con el áspero quinto no tuvo posibilidades ninguna.

Manuel Escribano, al que también sacó del ostracismo aquel Datilero de Miura tal día como hoy hace una docena de años, no ha tenido su tarde. Se estrelló con un lote muy difícil con el que lo intentó por ambos pitones.

Sin duda, la tarde fue para Pepe Moral que esperará ansioso que le empiece a sonar el teléfono y le lleguen contratos. El tiempo lo dirá. Lo que sí es seguro es que Manolo Cortés, su maestro y también de David de Miranda, lo habrá gozado desde el cielo.