Desde su estreno, el pasado 3 de febrero, la serie El baile de las luciérnagas ha estado en las primeras posiciones del Top 10 de Netflix en España, Estados Unidos y varios países más. En su caso, como ha ocurrido en muchas otras ocasiones con los estrenos de la plataforma, hay títulos que llegan a su catálogo sin apenas promoción (no olvidemos que en su lanzamiento nadie esperaba nada de Stranger Things) para convertirse rápidamente en fenómenos populares, y lo hacen por mérito propio.

Algunas de esas series, como ocurre con Gambito de dama, tienen una calidad estética y narrativa indiscutible, por lo que su éxito no solo es reconocido por crítica y público, también se traduce posteriormente en nominaciones y premios de la industria. Pero hay otras, como esta historia protagonizada por Katherine Heighl y Sarah Chalke, que no parecen tener aspiración alguna de trascender, y aun así tienen lo que hace falta para conquistar a su público. Y ese, amigos, es el único público que le interesa.

No tienen que gustarnos todas las series y que a mí alguna en particular no me interese no la convierte en un mal producto. No todas esperan contar con la alabanza unánime de la crítica, a lo que aspiran es a tener la suerte de ser encontradas en el enorme pajar de novedades de cada semana por ese público al que van dirigidas. Porque solo eso ya puede considerarse un logro en esta era del consumo a la carta.

El secreto del éxito de El baile de las luciérnagas está en el encanto de la sencillez. Una historia de amistad que va desde los años de instituto hasta que tienen 40 años,  protagonizada por Katherine Heighl y Sarah Chalke, dos actrices con rostros reconocibles por el público que veía la televisión en abierto y disfrutó durante varios años con sus personajes en Anatomía de Grey y Scrubs. 

Roan Curtis y Ali Skovbye interpretas las versiones adolescentes de Kate y Tully. Netflix

Sí, las pelucas de los años 80-90 son un poco ridículas, y los guiones no van a ganar premios por su sutileza, pero la química entre las protagonistas funciona, y Roan Curtis y Ali Skovbyelas actrices que interpretan a sus versiones adolescentes, están muy bien. Este es un relato con altos y bajos, con secretos y malentendidos que, por sobre todo, nos recuerda lo valioso que es encontrar una mano amiga y un abrazo justo cuando más se necesita. 

Puede que El baile de las luciérnagas no entre en las listas de lo mejor de 2021, y lo más probable es que de aquí al otoño muchos de sus espectadores la hayan olvidado, pero ahora mismo está cumpliendo una función muy importante: entretener y servir de vía de escape a quienes la están disfrutando. Porque no siempre tenemos el ánimo y la disposición para sentarnos a ver un drama de prestigio; sea lo que sea que eso signifique para cada quien.

Yo soy la primera que se emociona como una niña con los regalos de Reyes cuando encuentro una ficción que me estimula intelectualmente, pero solemos ser muy elitistas e hipercríticos con las series de televisión, y en ese proceso olvidamos que, a veces, lo único que necesitamos es que los personajes de la pantalla nos hagan compañía. Cuando lo consiguen, es justo darles el mérito que se merecen y reconocer que algo estarán haciendo bien. Solo he visto dos episodios de esta serie, pero de haber tenido tiempo, seguramente, la habría visto completa, porque tiene el encanto de lo familiar y acogedor de una buena peli de sobremesa que te arropa en el sofá un domingo lluvioso. 

'El baile de las luciérnagas' está disponible en Netflix.

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