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Video | Las navajas de Taramundi: una tradición de fuego y acero

Juan Carlos Quintana y Antonio Díaz, maestros cuchilleros, nos abren las puertas de sus talleres para contarnos la tradición y singuralidad de unas navajas famosas en el mundo entero que vienen desde la Asturias rural.

Las navajas de Taramundi: una tradición de fuego y acero Rodrigo Mínguez

11 diciembre, 2023 12:09

El limpiaparabrisas no cesa, el sonido del agua golpeando la luna delantera empieza a sonar familiar, las largas dadas y una visibilidad escasa, sin duda alguna estábamos de camino a Taramundi. Un pueblo de interior, en la montaña del occidente asturiano nos daba la bienvenida. Un sol tímido entre las nubes, un valle verde, de ese verde que solo se ve en el norte y las chimeneas encendidas que traían olores de los tradicionales potes de la zona. El orbayu, esa lluvia fina que aunque no lo parezca acaba calando, además de un viento que silva entre las estrechas calles de un pueblo de piedra. Todo parecía indicar que estábamos en nuestro destino.

El repicar de los martillos en el yunque, las ventanas color cobre iluminadas por las llamas de la fragua, dentro Juan Carlos Quintana, artesano de familia cuchillera. Nos recibía en lo alto de una colina con inigualables vistas del valle en una puesta de sol. En el interior de su lugar de trabajo, una casa de piedra, con puerta de madera partida en dos, como las de aquellos antiguos establos que casi no quedan, nos recibía al calor de las lumbres, que avivadas por un fuelle nos hacían entrar en calor.

Al pie de esa lumbre nos contaba su historia, la de un joven que creció viendo como su abuelo hacia esas navajas que permitían vendimiar en el Bierzo, coger setas en el monte o cortar un mendrugo de pan. Misma historia que nos contaba Antonio Díaz, otro de los maestros cuchilleros que nos acogió en su taller. Este último dice que a pesar de haberse criado en Taramundi no se inició hasta más mayor en la cuchillería, porque "de aquella las navajas eran para uso de la huerta, no era pal turisteoasí mismo, admite que ama su profesión y desea que sus hijos, junto a él en el taller aquella tarde, continúen este oficio.

Como bien nos decían, más allá de su famoso filo, simplicidad y practicidad, estas navajas transportan a todo aquel que haya estado y encuentre en su bolsillo este recuerdo a los parajes idílicos y paradisiacos de la Asturias más rural.