(La periodista Pilar Urbano mantuvo el siguiente cara a cara con Carme Forcadell, con cristal blindado de por medio, en los primeros días de noviembre de hace dos años. También se vio con otros dirigentes independentistas encarcelados entonces por el intento de ruptura de Cataluña con España. Urbano prepara un gran libro sobre el procés cuya investigación, según ella, sorprenderá a los propios catalanes cuando conozcan que fueron piezas de una estrategia diseñada "desde arriba y desde fuera", adelanta la escritora.)

"Es menuda como un soplo y tiene el pelo marrón y un aire entre tierno y triste como un gorrión..."

Joan Manuel Serrat

Noviembre, 2019. Tal como lo recuerdo. Mientras el taxi me lleva desde la estación de Tarragona hasta la cárcel Mas d'Enric, en El Callart, un largo trayecto, repetidamente me viene a la memoria esa estrofa de una canción setentona de Joan Manuel Serrat. Una duda "¿y tiene el pelo marrón...?" Declarando como acusada en el Tribunal Supremo, me parecía más bien rubia. Serían mechas.

Miro el reloj, le meto prisa al taxista. Hemos llegado. Un muro, otro muro, dos garitas de vigilancia... Una cuesta abajo muy empinada. Será para los furgones de presidiarias. Vuelvo al canturreo mental del gorrión, que aquí y ahora me parece un sarcasmo:"Nació libre como el viento, no tiene amo ni patróny se mueve por instinto como un gorrión".

Una vez dentro, sin que nadie me diga bon día ni bon nada, me encuentro en una inmensa sala de espera vacía, asientos de madera línea Ikea. Parece un cine. No se ve un alma. Curioseo. Saco algunas fotos furtivas con el móvil. No sé si estará permitido. Tardan en venir las funcionarias. Al fin, llega una, joven, uniformada y sonriente. Trámite rápido: documentación, "firme aquí y aquí", entrego mi bolso y todo su contenido, también el bloc, la pluma y el móvil. Tendré que retenerlo todo de memoria. Mando a paseo al gorrión de Serrat: "ahueca el ala, majo, necesito todas mis neuronas sin Spotify de fondo". La funcionaria me señala un grueso libro que llevo bajo el brazo. Interrogante mudo.

- Es un obsequio que le traigo a Carme Forcadell, un novelón policiaco... Raymond Chandler, Todo Marlowe. Sé que a Carme le gusta la novela negra.

Carme Forcadell y Pilar Urbano. C. Suárez

Recorro un laberinto de pasillos y contrapasillos todos iguales. Cuando llego a la cabina donde he de conversar con Forcadell, ella me espera ya de pie al otro lado del cristal blindado y tiene mi libraco, 1.398 páginas, entre las manos. La funcionaria se ha esfumado.

Carme está pálida y más delgada que en las sesiones del juicio. Se le ha suavizado la expresión adusta de monja alférez, pero no el perfil afilado con el que la recuerdo en el banco de terciopelo granate del Supremo, o enardeciendo a las masas y haciéndoles corear "¡No tenim por!, ¡No tenim por!" en el Arco de Triunfo, o imponiendo desde la tribuna del Parlament: "¡Aquí la ley soy yo!". Y sí, tiene el pelo marrón. Luego me dirá que en la cárcel no hay peluquería.

- Y me costó lo suyo conseguir un secador de pelo, para no ir todas desgreñadas; y que nos dejasen ducharnos después del deporte, por la mañana, y no estar sudadas todo el día.

Ella dispone de un auricular de baquelita para hablar conmigo. Yo, de un micrófono incrustado en la pared. Pero pronto nos entendemos leyéndonos los labios y apoyando las manos sobre el cristal separador si queremos reafirmar algo.

- Espero no tener que leerme estás mil y pico páginas aquí encerrada... Aunque once años y medio dan para mucho..., demasiado.

Carme Forcadell entra en prisión tras la revocación del tercer grado, poco antes de la realización de esta entrevista. Adria Salido Gtres

Pregunta.- Te han traído al fin de mundo... Creí que no llegaba nunca. ¿Por qué estás en una prisión de mujeres?, ¿por tu feminismo?

Respuesta.- Por el feminismo, no, aunque luego me he alegrado. La elegí yo –sobre el cristal, dibuja una especie de mapa o de croquis, marca tres puntos, y por el auricular me explica-. El Callart es el sitio equidistante entre mis tres intereses: Xerta, la casa donde vive mi madre, y donde yo me crié. Sabadell, donde está Bernat, mi marido, ahí tenemos nuestra casa, y su negocio informático. Y Amposta, mis dos hijos, mis nueras y mis dos nietecitos. Estando aquí, no les hago recorrer medio mundo para venir a verme. ¡Bastante condena tienen ya! No me importa que haya tirado por la ruta familiar, así se rompe un poco la distancia y nos olvidamos del cristal.-

Mi madre tiene 91 años. Cuando viene, no la recibo aquí, se me vendría abajo la pobre. Me dejan la sala de vis à vis. Ahí podemos tener un trato más directo, abrazarnos, estar juntas, es... como menos cárcel. Me gusta que venga, pero luego me queda un peso tremendo en la conciencia. Con mi marido también. Es nueve años mayor que yo, y lo he dejado solo, muy solo. Imagínate: en su vida se había planchado un pantalón o una camisa... No me reprocha nada, y moralmente ha estado siempre conmigo, pero a veces me pregunto ¿no habré sido demasiado egoísta, lanzándome a tope al activismo político, arriesgándome tanto, sin pensar en los compromisos humanos que ya tenía yo con mi gente?

Bernat Pegueroles, marido de Carme Forcadell, en rueda de prensa junto al Tribunal Supremo. Europa Press

Mi padre era payés y camionero, transportista. Y Bernat y yo nos conocíamos de vernos en Xerta. Su familia, los Pegueroles, vivían allí y eran turroneros. Nos hicimos novios en Sabadell, cuando yo estudiaba en la Universidad: Filosofía pura, Periodismo y Filología catalana. Ahí empezó, creo yo, mi ímpetu por defender la cultura y las esencias catalanas... Me metí en el tema político con la vehemencia de la juventud. Un día, aquí en El Callart, cuando habíamos terminado la visita, al salir, mi madre le dijo a la vigilante: 'Oiga, ¿no podría irme yo por ese pasillo, por donde se ha ido mi hija, a su celda; y que ella se viniera por este otro pasillo por donde voy yo, a la calle? Quiero decirle que ¿por qué no me quedo yo aquí, y que ella se vaya? Yo no le hago falta a nadie, y Carme sí. Me cambio por ella'. La funcionaria le contestó: 'Señora, no se trata de tener a una persona presa, sino que quién ha sido condenado por un tribunal, esté aquí cumpliendo su condena'.

Bernat y yo nos casamos muy pronto. Él es más de derechas, yo más roja. Pero nunca me dijo 'Carme, no te metas en líos políticos'. Mira, más discusiones he presenciado entre mi hermana que es del Barça, y su marido que es del Real Madrid. Cuando el Procés iba avanzado y las cosas se empezaron a poner más duras, yo pensaba '¿esto en qué acabará?'. ¡Ni de lejos podía imaginar que terminaría en la cárcel! Yo me decía 'todo lo más, me inhabilitarán políticamente, pero entonces viviré de mi profesión: soy catedrática de instituto'.

P.- Carme, ¿de verdad 'no podías imaginar que acabarías en la cárcel'? Según la sentencia de Supremo, tú estás condenada porque tu actuación como presidenta del Parlament era clave para crear todo el cuerpo de leyes que harían posible la desconexión y la República de Cataluña. Bajo tu mandato se legisló todo, y a sabiendas de que todo era anticonstitucional.

R.- 'Según la sentencia', dices bien, pero yo no estoy de acuerdo con la sentencia. La recurrí, la protesté. Ése fue el gran pretexto de los jueces para condenarme por sedición. Lo que no dice la sentencia es que a mí se me ha perseguido, juzgado y condenado por mi trayectoria activista por querer la independencia de mi país. O sea, por mis ideas políticas. Por eso digo y digo que soy una presa política. A mí me han perseguido por militar, y muy comprometida, en Esquerra Republicana; por ser miembro de la Plataforma Derecho a Decidir; por mis discursos independentistas; por las movilizaciones masivas que organicé como presidenta de la ANC, la Assemblea Nacional Catalana: las diadas de hasta 1.800.000 personas; por la 'Vía Catalana hacia la Independencia', una cadena humana que atravesó los 400 kilómetros de Cataluña, desde Le Perthus, en el sur de Francia hasta Vinaroz, en Castellón… Iban sumando motivos para condenarme. De eso estoy segura.

Pero no, como dice la sentencia, por mi actividad de presidenta del Parlament y de la Mesa de portavoces, donde mi voto valía exactamente igual que el de cualquier otra persona: era un voto más, no era un voto ponderado. Yo cumplía el reglamento del Parlament. Ah, pero para los jueces lo que contaba era cada decisión del Tribunal Constitucional prohibiendo y anulando lo que nosotros aprobábamos en la línea del Procés, en la línea de ir hacia la desconexión.

"Iban sumando motivos para condenarme. De eso estoy segura"

P.- Justo por eso te advertían, te prohibían y te tumbaban lo que no era constitucional.

R.- ¿Y en qué quedaba la autonomía del Parlament? Yo no podía ni debía impedir que tal o cual diputado presentara unas propuestas, se debatieran y se votaran. Pero, a la vista de los hechos, deduzco que en el Parlament se puede hablar, está la inviolabilidad del diputado, mientras hace uso de la palabra; pero no se puede legislar. Entonces, ¿para qué sirve tener una asamblea parlamentaria? ¡Eso era absurdo!

P.- No era absurdo, Carme, era lógico: lo que tú admitías a trámite, a debate y a votación no era admisible, era ilegal, iba contra la Constitución. Por tanto, el TC tenía la obligación de tumbarlo.

R.- Yo también cumplía con mi obligación. Yo actuaba por estado de necesidad: como presidenta, no podía convertirme en censora del derecho y de la libertad de los parlamentarios.

P.- Tú, y sólo tú, como presidenta, tenías la autoridad para admitir o rechazar ciertas proposiciones de ley. Sin embargo, seguías y seguías. Y eso es lo que te imputan en la sentencia.

R.- ¡Pero a mí también me amparaba la inviolabilidad parlamentaria! ¿O no? Y mi obligación era salvaguardar la inviolabilidad de los diputados. Lo dije en el Supremo, como te lo digo a ti ahora: en razón de mi cargo, y aunque suene muy dramático, yo actuaba por 'estado de necesidad'.  

Carme Forcadell, cuando era presidenta del Parlamento catalán, en la primera sesión de la cuestión de confianza. Matthias Oesterle. Gtres

No sé si la discusión ha agriado la entrevista. Forcadell calla. Se retira una parte de la corta melena a lo Cristóbal Colón. Me mira de frente. Quiere seguir hablando, ¿para convencerme, quizá?

R.- Sinceramente, Pilar, el Tribunal Constitucional ya no era para nosotros un 'tribunal de garantías'. Estaban politizados todos sus miembros. Obedecían a los políticos que les nombraron. Era un TC más muerto que vivo. Y de pronto, ante nuestra actividad en el Parlament, resucita y empieza a actuar con una agilidad pasmosa.

P.- Artur Mas. No acabo de entender que se haya ido de rositas. ¿Cuál era el papel, o 'el juego', de Artur Mas? Mucho protagonismo, incluso es él quien contrata el lobby Independent Diplomacy de George Soros, bueno, en realidad le abre las puertas para que instale en Cataluña cuatrocientos y pico think-tanks y ONGs con todos los millones de su Open Society Foundation y financie el independentismo, como si hubiera llegado Mister Marshall... Y también es Mas quien pacta con Junqueras lo de Junts pel Sí, y la hoja de ruta hacia la independencia...

Carme me escucha muy atenta, los labios prietos. No mueve un músculo cuando menciono a Soros. ¿Le ha sorprendido que yo sepa algo de este asunto?

Artur Mas, en la Diada de 2019. Marc González AFP7 / Europa Press

R.- Sí, todo ha quedado brumoso, poco claro, más bien oscuro. Y al final, su causa se ha sobreseído. Lo que yo sé es que Artur Mas estuvo en todas las reuniones, en las que constan en la agenda Moleskine, y en las que no constan. En todas. Estaba al cabo de la calle de todo lo que se decía, lo que se planeaba... Cuando era el president, y cuando le cedió el puesto a Puigdemont. Pero Mas tiene el olfato de saber situarse donde no hay peligro. Siempre se libra.

P.- ¿Era el motor?

R.- Pienso que sí. Al principio, Mas no estaba por la independencia, sino por el pacto fiscal con el Estado. Como con Rajoy pincha en hueso, cambia de pronto y pacta con ERC, su rival; firma con Junqueras el compromiso de Junts pel Sí, que iba clarísimamente hacia el Referéndum y la Independencia. Pero, después del 1-O, vuelve a cambiar: ya no apuesta por la declaración de la Independencia, sino por las elecciones forzadas desde Madrid cuando el 155. Y posiblemente ese desmarcarse de la Independencia le salvó.

Hay personas que estamos en la cárcel y hemos jugado un papel muchísimo menor que otros que están fuera, en libertad. ¿Por qué? Porque renunciaron a la Independencia, incluso se lo desaconsejaron a Puigdemont, y se plegaron a las elecciones convocadas por Rajoy. Otros, se han librado por chiripa: desistieron de seguir en la política, no quisieron siquiera ir a las elecciones; o fueron candidatos, pero no recogieron el acta. Ahí nos encontramos con personas, como Carles Mundó, Meritxell Borrás, Santi Vila, que deliberadamente quisieron quedarse fuera, dejaron la política..., y salieron absueltos, pagaron una fianza, y libres.

La línea decisoria era que no hubiese reincidencia política, que se apartasen del proyecto de desconexión y República. Por eso yo subrayo que soy una presa política, y que los que estamos en chirona somos presos políticos.

Una mujer vota en el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. Gtres

Se queda pensativa, no sé si está seleccionando más argumentos: -'No hubo Referéndum', dijo Rajoy declarando como testigo. Y lo mismo notificó la Junta Electoral Central, que hizo un análisis de por qué la votación del 1-O no podía ser considerada Referéndum, y que carecía de valor jurídico y político.

Mirándolo desde su punto de vista, es así: no lo hubo porque ese referéndum estaba invalidado, adrede. La Guardia Civil y la Policía Nacional habían desactivado todo el tinglado electrónico y la gente votó donde pudo y las veces que quiso. O sea, que todo el Referéndum era inválido. En eso Rajoy tenía razón, 'no hubo Referéndum'; y también cuando dijo 'no hubo declaración de Independencia', puesto que Puigdemont, al comparecer ante el Parlament, el día 10 de octubre, se limitó a hacer una lectura del resultado de la consulta, y a renglón seguido dijo –casi me lo sé de memoria- que 'el Govern y yo mismo proponemos que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia, de manera que en las próximas semanas emprendamos un diálogo, sin el que no es posible llegar a una solución'. Por tanto, fue una declaración... a la nada. Todo quedó en papel mojado.

P.- Lo cierto es que el artículo 155 funcionó, como el pepinazo de un misil en la línea de flotación.

R.- Funcionó, ¡ya lo creo!, y los miembros del Govern, empezando por Puigdemont, se arrugaron. Perosi no hubo Referéndum, porque el que hubo era inválido; y si no hubo Declaración oficial de Independencia, con efectos jurídicos, ¿por qué nos lanzaron el 155? Lo hicimos tan mal, tan rematadamente mal, que no hubo delito, no hubo crimen, no hubo nada... Y si no hubo crimen, ¿por qué estamos aquí?, ¿por qué estamos encarcelados, unos en Lledoners, o en Puig de les Basses, o aquí...? No necessito escalfar-me el cap [devanarme los sesos] para entender que no estamos encerrados por lo que 'no logramos hacer', sino por lo que pensamos, por nuestra ideología. Nos están castigando como escarmiento por nuestras ideas políticas.

P.- Más bien, porque estabais realizando pieza a pieza: vuestra idea política de romper con España.

R.- ¡Pero si al final no hubo otro delito que el de pensar!

P.- Carme, no hubo delito consumado porque os lo impidieron, pero sí hubo una intención, y una larga y minuciosa preparación. Es lo que los juristas llaman 'un delito cortado'. Y en casi todos vosotros, el ánimo de volver a intentarlo: 'ho tornarem a fer'.

R.- Delito cortado, porque Puigdemont se asustó, temió las consecuencias, le dio miedo la cárcel, 'soy muy joven –dijo- para pasarme veinte años o más en la cárcel', dobló, y no se atrevió a declarar la Independencia. Pero eso era lo pactado desde dos años antes: Referéndum y Declaración Unilateral de Independencia, la famosa DUI. Y llegado el momento, el hombre duda, o cede a las presiones, que no fueron pocas, y nos decepciona a todos, con aquella 'declaración de independencia... a la nada', dejando 'una mano tendida al diálogo'. ¿Diálogo con quién? Después se pasó varios días enviando emisarios y mensajes, pero nadie del Gobierno de Rajoy, ni nadie de la Zarzuela, le cogieron esa mano tendida. Al revés, la respuesta fue aplicarnos el 155. Govern y Parlament cesados, cuentas congeladas... Y la Justicia con las togas puestas. Por eso, Rufián aludió a la traición de Puigdemont y a su pánico al 155, y soltó lo de 'por 155 monedas'. Un rejonazo clarísimo. 

Cuando comparece Puigdemont en el Parlament ya tenía tomada esa decisión. Había enviado a amigos de su confianza a tantear en qué países de Europa le darían asilo político. Él creía que le seguirían todos los miembros del Govern y podría formar un gobierno en el exilio para trabajar desde fuera por la República. ¡Y tanto!, como que los citó a todos en unas masías rurales de L'Alt Empordá y luego en Perpiñán para organizar el plan de fuga... Hizo montar un dispositivo muy complejo que trasladara en coches de dos en dos a todos los consellers del Govern hasta Bruselas. Pero el primer jarro de agua fría fue que Junqueras no acudió. Y una vez allí, se encontró con que, menos Meritxell Serret, Toni Comín y Clara Ponsati, que se asiló en Escocia, uno tras otro se le fueron descolgando, porque no lo veían claro, o porque tenían a su familia en Cataluña y preferían quedarse, dar la cara, afrontar la Justicia y no meterse en aventuras con un aventurero que improvisaba. Improvisaba y mentía.

P.- ¿Mentía a su propia gente, a sus consellers?

R.- Sí, antes de la fuga, mintió. Tal vez para disimular y despistar, consciente de que la Policía le seguía; o por asegurar la operación, que si no era secreta no salía. Por ejemplo, dijo 'el sábado 28 asistiré al estadio Montilibi de Girona para ver el partido Girona-Real Madrid, y que todo el mundo me vea sentado junto a Florentino Pérez, ¡menuda portada al día siguiente!' Y no apareció por el estadio. O citó a todos sus consellers: 'el lunes, cada uno en su despacho, naturalidad, como si no nos hubieran cesado'. Yo misma fui al Parlament: aunque lo habían clausurado por orden de Moncloa. Pero Puigdemont aquel lunes ya había puesto tierra por medio y estaba muy lejos: en Bélgica. Se fugó el domingo 29, en torno a las dos de la tarde, tumbado en el asiento trasero del Skoda oficial, que conducía uno de sus escoltas de confianza. Para que no localizaran sus movimientos y su itinerario, había dejado el móvil en su casa de Girona.

P.- ¿A ti no te propuso que fueras con él al 'exilio', por usar su expresión?

R.- No, ni media palabra. Además, él ya sabía que yo no iba a seguirle. Pero a Marta Rovira, de ERC, sí se lo dijo... Cuando nos citaron a declarar en la Audiencia Nacional, nosotros esperábamos a Marta para ir juntos a Madrid. Y Marta no se presentó. Ni avisó. Supe después que Puigdemont ya le había comentado a ella su plan de irse de España. Más tarde debió de darle la noticia de que en Bélgica serían bien acogidos. Yo comprendo que Marta se fuera de España: ella y su pareja, Raül Presseguer, tenían una niña de seis años... Marta no podía exponerse a que la metieran en la cárcel, y dejar a Raül y a la cría. Así que optó por su familia, huyeron los tres a Suiza.

Josep Valtònyc, Meritxell Serret, Carme Forcadell, Oriol Junqueras, Carles Puigdemont, Dolor Bassa, Raul Romeva y Toni Comín en la vivienda de Puigdemont en Waterloo el pasado mes de julio. Europa Press

Otra imagen de la visita a Puigdemont este verano. De fondo, una foto de una manifestación proindependencia. Europa Press

P.- Tú, ¿cómo lo decidiste?

R.- Lo decidí sola. No consulté con nadie. Mi situación era que, si me exiliaba de España, tendría que estar escondiéndome fuera, buscándome la vida; a mi madre no podría llevarla conmigo; y forzando a que mi marido y mis hijos vinieran a verme, y cada vez que salieran de España casi seguro que serían seguidos y vigilados por la Policía o el CNI para localizarme a mí. Unos viajes y unos riesgos que ellos no tenían por qué correr a causa mía. Lo vi claro: 'es mejor quedarme en España y entregarme a la buena o mala suerte, posiblemente a la cárcel'.

P.- Y en ese todo a cara o cruz, te cayó la cárcel. ¿Sorprendida? ¿Asustada?

R.- Desde que nos metieron el 155, ya no me sorprendía nada. Y desde que Puigdemont se fugó, menos. ¿Asustada? Yo no soy cobarde. Me crezco ante el riego y ante lo desconocido. Pero sabía que me enfrentaba a una Justicia, no ya hostil, sino dura y no garantista. El 2 de noviembre de 2017 fui llamada a declarar ante Llarena, el juez instructor del Tribunal Supremo. Interrogatorio y a la calle. Me cita otra vez para el 9 de noviembre, como imputada. Y ya empieza el calvario. La instrucción, los interrogatorios basados en los atestados que ha ido elaborando la Guardia Civil, como Policía Judicial... Enseguida vi el cerco: lo que buscaban y perseguían era mi activismo, buscaban también mi participación conspirativa; o peor, la daban por hecha. Pero yo no aparecía ni en el documento Enfocats, ni en la agenda Moleskine, ni en las reuniones secretas... A Todo esto, yo en la cárcel. Luego, el juicio ante el Supremo.

P.- El interrogatorio de la fiscal Consuelo Madrigal fue casi un duelo. Le saliste respondona.

R.- Es que la fiscal me hablaba de supuestos tuits escritos por mí y subidos a la red por mí. Y Como yo no los reconocía, y me incriminaban, le dije en dos ocasiones: 'Yo No recuerdo haber puesto ese tuit. ¿Me lo puede mostrar?'. 'No, es que no está en la nube'. 'Pues, si no está en la nube, es porque no existe.

P.- Tú negaste con mucho vigor haber estado en lo que se llamó Operación Tumulto, cuando la masa protestaba intentando impedir los registros policiales del 20 de septiembre, en la Consellería de Presidencia y Economía.

R.- No, Pilar. Ahí estaban los Jordis, que eran los que lo organizaban, subidos en un coche de la Guardia Civil destrozado, y centenares de personas copando la plaza y las calles adyacentes. Pero ese día yo no estuve allí. Me inquieté al oírlo en el Juicio, porque vi aún más clara la jugada. Y cuando la secretaria judicial del número 13 de Barcelona, Montserrat del Toro, la que huyó por las terrazas y el teatro, dijo: 'Yo oí a la señora Forcadell hablar por el micrófono', como era mentira, le dije a mi abogada: 'Olga, yo no estaba allí, yo estaba en Sabadell, en mi casa. Esta señora se lo inventa'.  Al día siguiente, o a los dos días, hubo un tuit de una periodista diciendo 'No, no, la voz que oyó la secretaria Montserrat del Toro, no era la de Forcadell, ¡era la mía, era yo! Soy speaker, y estaba en el tablao animando.'También se inventaron que me habían visto pasar aquella misma tarde o noche por la Vía Layetana en un coche oficial, con lunetas entintadas, y que bajé la ventanilla. No pasé. Insisto: yo estaba en Sabadell, no en Barcelona. Era una farsa. Estaban queriendo meterme en la escena de los que propiciaban el tumulto: la sedición, que es a lo que iban. 

P.- Pero yo te he visto en un vídeosubida a un estrado o a una tarima, micro en mano y arengando con aquello de: '¡No tenim por, no tenim por!'.

R.- Sí. Al día siguiente, el 21, sí que estuve en el Arco de Triunfo, protestando por las detenciones de nuestros compañeros, pero sin tratar de impedir nada. Los registros ya se habían practicado el día anterior... Y sí, subí al estrado. No tengo por qué mentir. Pero el día 20, cuando los registros, no. Allí había otros miembros de la Mesa del Parlament, que dijeron mucho, muchísimo más que yo, y no les pasó nada. De modo que iban a por mí; pero iban por haber presidido la ANC.

P.- ¿Estás queriendo decir que los jueces del Supremo prevaricaron?

R.- En el Juicio del Supremo, la estrategia respecto a mí, era culpabilizarme inventando lo que no había. Pero Como en el argumentario de los jueces se trataba de un Procés tramado y realizado sobre tres patas -gobierno, sociedad civil y parlamento-, lógicamente tenían que meterme, aunque fuese con calzador como protagonista y como autora.

P.- Antes me dijiste 'hay personas que estamos en la cárcel y hemos jugado un papel muchísimo menor que otros que están fuera, en libertad'

R.- Sí, lo dije y es cierto.

P.- ¿Pensabas en los juristas Santiago Vidal, Carles Viver Pi-Sunyer y Lluís Salvadó, que redactaron la Constitución Catalana, y las estructuras de la futura República, pero han quedado libres, sin condena?

R.- A esos tres señores les encargaron unos trabajos, la Constitución de la República Catalana, la Ley de Transitoriedad hacia la Desconexión, y otros. Los hicieron... A Santiago Vila y a Carles Viver, que era considerado 'el arquitecto jurídico del procés', la juez del número 13, Alejandra Gil, los juzgó y los exculpó. Esta magistrada asumió la causa al fallecer el titular anterior, Ramírez Sunyer.

P.- Viver Pi-Sunyer le comentó a una colega jurista 'yo sé que esto es inconstitucional, pero a ver si cuela'. Éste mismo había indicado cierta 'limpieza de sangre', de modo que a los funcionarios del Estado destinados a Catalunya, si no eran catalanes de origen, se les 'repatriara' a España.

Carme se encoge de hombros y me mira con expresión ambigua, ni afirma ni niega.

Puigdemont, Junqueras y Forcadell, al frente de 700 alcaldes a favor del 'sí'. Efe

R.- El hecho es que fueron exonerados y andan libres por ahí...

P.- El mayor Trapero.

R.- ¿Qué?

P.- Pasa de héroe a villano. Sufre juicio... Pierde su puesto en el cuerpo de Mossos d'Esquadra. Y luego es rehabilitado. No se entiende bien.

R.- Trapero jugó a dos bandas. Trapero no era independentista. Era amigo de Pilar Rahola, de Carles Puigdemont, iba a las excursiones, a la finca aquella ¿en Cadaqués? Pero él no estaba en la idea de la independencia. Y se lo dijo a Puigdemont, a Junqueras y a Font, su jefe de Interior: 'Tendrían que desconvocar el Referéndum. No cuenten con nosotros. No vamos por la vía independentista. No queremos oponernos a lo que nos está ordenando el fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, Romero de Tejada, ni yo pienso exponer a mis mossos". Lo dijo reunido con ellos, y lo declaró como testigo en la sala del Juicio. Y nadie le desmintió. En la cúpula de los mossos se sabía que no era independentista, incluso alguien dijo: 'Deberían cambiarlo, porque no está en nuestra idea'. Pero no lo cambiaron. Tenía un gran prestigio y un liderazgo enorme entre los mossos. No se podía improvisar a un mayor Trapero de la noche a la mañana. Pero él jugó a dos bandas: hizo como que impedía el Referéndum, sólo con un binomio de mossos en cada colegio. ¡Con eso no podía impedir nada! Sólo cubrir el expediente.

El discurso del Rey tras los incidentes de Cataluña, el 3 de octubre de 2017.

P.- El Rey. Su discurso del 3-O...

R.- En mi opinión no debió de hacer aquel discurso. El tema estaba muy caliente, y el Rey también. Quizá intervino porque Rajoy no lo hizo. Pero la verdad es que no concilió, no se situó en un punto imparcial, sino que riñó a los catalanes. En lugar de mediar, de tender la mano, dejando la puerta abierta al diálogo…nos dio cerrojazo. Tomó parte. Y parte acusatoria. Él, que podía haber sido la verdadera solución, se convirtió en el problema.

P.- Apenas hemos hablado de tu vida en la cárcel, tu hoy y ahora...

R.- Aquí todas las mujeres son delincuentes, todas, pero muchas son víctimas. Son el resultado de un ambiente de maltrato, de droga, de delincuencia fuerte, de robos, de violaciones..., ellas mismas han sido violadas, forzadas por sus parejas o sus maridos para cometer unos delitos y llevar dinero a la casa. Son vidas difíciles, en un entorno que las ha impulsado a la criminalidad. Yo tengo con ellas unas charlas, en grupo o individuales. Intento devolverles su dignidad, darles seguridad, autoestima. Les digo a cada una: 'Quiero que te quieras a ti misma; quiero que vuelvas a tener fe en ti. Que el día que salgas de aquí, dejes aquí la basura, dejes aquí el pasado. Que seas una mujer nueva. Búscate otro ambiente. Aléjate. Vete a vivir a otro barrio, a otro pueblo si es posible, cambia de amigos. Corta con lo anterior. Date otra oportunidad. Yo soy para ellas una presa-amiga que les da confianza.

P.- Y tú, Carme, ¿cómo empleas tu tiempo?

R.- En la cárcel se piensa mucho. Sin ruidos, sin prisas, sin nadie... es difícil hacer trampas en tu solitario. Una puede equivocarse, pero engañarse no. Eres más realista, no digo menos idealista, pero sí notas en ti más deseos de solución que de guerra. Haces autocrítica. No me arrepiento de nada de lo que hice políticamente en 2017. Sin embargo, he pensado que teníamos que haber sido más empáticos con los catalanes no independentistas, pero favorables a la autodeterminación, a un mayor grado de autogobierno. Aquello de la DUI se hizo precipitadamente, no fue bien, creó dolor, frustración y división.

Yo ahora dudo mucho de que sea buen camino volver a la independencia unilateral. Me inclino más por explorar y utilizar la vía de negociar con el Estado. Es cuestión de echarle valentía por ambas partes, y ganas de arreglar el conflicto. Con la mano derecha sigue sosteniendo el auricular, mientras apoya con fuerza la palma de la izquierda en el cristal. -Las cosas cambian, las posturas personales o de partido también pueden cambiar. Pero... hay que jugar sin doblez y sabiendo que costará trabajo, mucho trabajo. ¡Démonos un margen! Creo que vale la pena.

Carme Forcadell en la marcha contra la política penitenciaria que se aplica a los presos de ETA. Europa Press

De regreso a Tarragona-Madrid, seguía viendo su mano izquierda, la palma prieta y fuerte sobre el cristal blindado. Pensé que su reflexión carcelaria hacia el diálogo y la negociación con el Estado había tomado cuerpo en ella. Sin embargo, justo dos años después de nuestro encuentro en 2019, la veo 'procesionando' junto a Arnaldo Otegui con una pancarta que pide la libertad de los presos de ETA. Desconcierto. La que marcaba hondas diferencias entre presas delincuentes y presas políticas, ¿cree ahora, de verdad, que los matarifes de ETA se han transformado en 'políticos' capaces de dialogar con el Estado? ¿Los mismos que durante años sólo supieron 'hablar' accionando las parabellum y la goma-dos? ¿No estará Forcadell haciendo trampas en su propio solitario?

(Posdata: Horas antes de publicarse esta entrevista, Forcadell envió una larga carta a Pilar Urbano para explicar su presencia en la manifestación a favor de los presos de ETA, celebrada el pasado 22 de octubre en San Sebastián. Entre otras consideraciones, arguye que ella estuvo allí en defensa del acercamiento a cárceles del País Vasco y no para pedir la liberación de los mismos.)