La soberanía estratégica de España exige una profunda reorganización de nuestras cadenas logísticas.
La reciente inestabilidad geopolítica global, sumada a la búsqueda de independencia tecnológica de Estados Unidos y al embargo impuesto por el actual gobierno a Israel, subraya la urgente necesidad de diversificar nuestras fuentes de suministro e invertir en el mercado europeo de defensa.
En este contexto, sólo los productos europeos ofrecen un marco estable para España.
Los socios europeos no sólo comparten un marco cultural, jurídico y político común que garantiza la continuidad de las relaciones comerciales y de defensa, sino que también son Estados de tamaño similar o menor al nuestro con los que podemos interactuar en igualdad de condiciones.
Por otro lado, la volatilidad de países como Israel o Turquía (con este último hemos firmado recientemente varias compras de muy dudosa viabilidad) pone en peligro cualquier plan de compras firmado con sus empresas.
Por ahora, el daño al Ejército en las compras con Israel es enorme, sobre todo si se abandona el programa de lanzacohetes SILAM (el hispano-israelí HIMARS, que ya ha costado cientos de millones a las arcas públicas).
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, conversa con la ministra Margarita Robles.
Asimismo, habrá que buscar una alternativa al misil anticarro Spike, pues no hay ningún producto que realmente pueda compararse con este último.
Además, habrá que descartar todos los sistemas de simulación y comprar otros nuevos, además de remodelar la flota de blindados que llevan el Spike.
En definitiva, se perderá mucho dinero y España se quedará con una defensa anticarro muy debilitada y una artillería totalmente obsoleta frente a Marruecos y Argelia para el próximo lustro.
Desde principios del siglo XX, Israel ha vivido dos intifadas, un conflicto regional con Irán, dos invasiones del Líbano, más de tres intervenciones terrestres en Gaza y varias campañas defensivas contra el lanzamiento de cohetes de sus enemigos.
Todo esto ha llevado al Estado hebreo a situaciones extremas que ponen a prueba el Derecho internacional.
De igual manera, otros socios inestables de España, como Turquía, han abogado por la colaboración con Rusia, han lanzado extensos bombardeos aéreos contra los kurdos en Irak, Siria y la propia Turquía, han favorecido la limpieza étnica azerí de Nagorno-Karabaj e incluso se han permitido la conquista de varias partes de Siria, erradicando el árabe y el kurdo en favor del turco.
Es decir, los proveedores que operan en contextos tan extremos tarde o temprano incurren en problemas legales y costos políticos.
El objetivo principal de nuestras Fuerzas Armadas fue, es y será una disuasión creíble y su capacidad de despliegue en nuestro entorno inmediato y más allá.
Sin embargo, la disuasión no se logra únicamente mediante el número de tropas o el tamaño del presupuesto, sino mediante la capacidad real y demostrable de infligir daños inaceptables a cualquier adversario potencial. En nuestro caso, Marruecos y, en menor medida, Argelia.
Esto último requiere la adquisición de las armas adecuadas en el momento oportuno.
El mitológico FCAS, el Euromale Sísifo o las tortugas disfrazadas de dragones no cumplen estos requisitos.
"Para garantizar una sólida capacidad de disuasión, España debe recurrir a socios europeos con experiencia demostrada en sistemas de alta tecnología, entregas oportunas y un historial de estabilidad política"
La clave para superar este impasse reside en un equilibrio pragmático: priorizar los programas europeos de eficacia probada, complementarlos con adquisiciones de socios europeos sólidos y buscar soluciones específicas en mercados selectos y fiables.
No podemos sobrestimar la puntualidad. Los sobrecostos y los retrasos en los pedidos son, lamentablemente, comunes en la industria de defensa global. Y, por lo tanto, es esencial forjar relaciones con las industrias nacionales que demuestren entregas puntuales.
Nuestra defensa nacional no puede esperar más.
Para garantizar una sólida capacidad de disuasión, España debe recurrir a socios europeos con experiencia demostrada en sistemas de alta tecnología, entregas oportunas y un historial de estabilidad política.
Alemania, por ejemplo, es un socio clave en el eje europeo. Su participación en programas como el Eurofighter y los futuros sistemas terrestres es esencial. Pero la cooperación podría extenderse a áreas como los vehículos utilitarios para el ejército, los sistemas antiaéreos de alcance medio IRIS-T SLM y la moderna artillería antiaérea Skyrange 35.
Suecia es también una opción muy atractiva. Sus productos combinan tecnología avanzada, un abastecimiento oportuno, una política exterior estable y una gama de intereses geopolíticos que no entran en conflicto con los de España.
Pedro Sánchez durante la cumbre en Egipto tras Erdogan.
Sin embargo, nuestras relaciones bilaterales están algo descuidadas y, por lo tanto, necesitan una renovación decisiva.
Pensemos por ejemplo en el sistema de contramedidas Arexis, que lanza bengalas, señuelos y otros dispositivos para desviar misiles y que es utilizado por varias fuerzas aéreas europeas.
O, por ejemplo, el radar y centro de mando aéreo Global Eye, que complementaría la excelente defensa aérea (IADS) española.
De hecho, gracias a los Escuadrones de Vigilancia Aérea, España cuenta con una de las mejores redes de radares de Europa: diseñados por Indra, estratégicamente ubicados en diversos picos de la Península Ibérica y capaces de detectar cualquier objeto que vuele, por ejemplo, en el norte de África.
Sin embargo, son radares estáticos y tienen zonas ciegas y períodos de mantenimiento que podrían ser cubiertos con un “radar aéreo” como el del Global Eye.
Finalmente, las lecciones de la guerra en Ucrania han demostrado la importancia de contar con sistemas rentables y de baja complejidad.
La tecnología probada en combate, especialmente la de origen ucraniano, puede ofrecer soluciones específicas, en particular en el ámbito de los drones navales y aéreos, donde la experiencia en entornos de guerra de alta intensidad resulta invaluable para la integración táctica y la guerra de información.
Ucrania ha desarrollado un núcleo industrial envidiable y con amplia experiencia.
Pero la cooperación estratégica no surgirá por sí sola. Se necesitan acciones más decisivas del Ministerio de Defensa y del Ministerio de Asuntos Exteriores para generar confianza con los nuevos proveedores de equipos de defensa, ya que el embargo israelí ha recortado el presupuesto del Ejército, perdiendo cientos de millones y generando una ventana de vulnerabilidad con una defensa antitanque fallida y una artillería obsoleta contra nuestros vecinos del sur.
La diversificación controlada y una cooperación profunda con los socios europeos son los pilares de una política de compras nueva, equilibrada, más segura y que ahorre recursos.
*** Yago Rodríguez es analista militar y geopolítico, y director de The Political Room.
