Varios buques frente a Venezuela y los F-35 a tiro de piedra en Puerto Rico. El Caribe, de repente, ha cobrado relevancia.

Durante años miramos a otra parte. Indo-Pacífico, Oriente Medio, teorías, documentos, "disuasión" y "estabilidad". Todo muy estratégico, pero lejos. Lejísimos.

¿Resultado? China más fuerte que nunca. Rusia expandiéndose a mordiscos. Irán, a lo suyo. Los talibanes, de vuelta tras dos décadas, dos guerras y trillones gastados.

Y aquí estábamos, creyendo que el patio trasero podía cuidarse solo.

El problema en el Caribe no es sólo cuestión de geopolítica. Es más sucio e inmediato. El Cártel de los Soles convirtió al Estado venezolano en plataforma de exportación de cocaína y otras especies. Pistas clandestinas, cargamentos blindados, rutas protegidas.

No es crimen organizado. Es crimen desde el poder. El Tren de Aragua ya opera en media región, con trata, extorsión y violencia importada.

Dos caras del mismo negocio.

Por eso, Washington mueve ficha aquí. Ocho buques, destructores, anfibios, un submarino de ataque. Y los F-35.

Oficialmente, lucha contra el narcotráfico y el terrorismo transnacional. En la práctica, un mensaje con destinatario. El teatro está frente a Venezuela por una razón.

"EEUU no está retrocediendo. Está diciendo 'hasta aquí'. El Caribe deja de ser corredor de paso y vuelve a ser línea roja"

"¿Y por qué no decirlo claro, que es contra el régimen?".

Porque las formas importan. Enmarcarlo como operación antinarcóticos contra organizaciones terroristas hace tres cosas a la vez: permite actuar sin declarar guerra, desarma la propaganda de "agresión imperial" y suma a quienes sí quieren cooperar contra redes criminales, aunque no quieran un choque frontal con Caracas.

Además, golpea donde duele: dinero, logística, puertos, rutas, lavado. Asfixia sin disparar el primer cañonazo.

Por otro lado, en Venezuela no existe un gobierno legítimo, ya que es harto sabido que Edmundo González Urrutia, ahora exiliado en Madrid, fue el legítimo ganador de las elecciones presidenciales del 28 de julio del 2024 con una abrumadora mayoría del 70% de los votos.

Esto no es aislacionismo. Es cerrar filas en casa. No se puede proyectar poder si el barrio está en llamas. Ningún imperio aguanta con enemigos de tal calibre instalados a dos horas de vuelo.

La hegemonía, si existe, empieza por el hemisferio. Y América Latina vuelve a importar, esta vez no en discursos sino en despliegues.

Vendrán las objeciones de siempre: que Europa, que Asia, que los recursos están lejos, que aquí no hay "amenazas serias". Miremos los hechos.

China compró puertos e infraestructura. Rusia armó y entrenó. Irán metió inteligencia y redes tanto financieras como operativas. Todo aquí. El resto son excusas para seguir mirando al otro lado del mundo mientras te vacían la casa.

Estados Unidos no está retrocediendo. Está diciendo "hasta aquí". El Caribe deja de ser corredor de paso y vuelve a ser línea roja. Quien quiera entender, que entienda.

Europa haría bien en tomar nota. El éxito empieza por poner orden en casa. Luego se habla de mundos y valores.

Llega tarde el cambio estratégico. Sí. Pero más vale tarde que nunca. Aquí se juega la primera partida de la nueva era, y esta vez es en nuestro hemisferio.

*** Francisco Poleo es analista especializado en Iberoamérica y Estados Unidos.